Si tienes la bendición de tener a tu padre, valóralo, él es
el hombre que cuidó de ti cuando eras un ser indefenso, que se sacrificó todo
el tiempo para que tuvieras salud, fuerza y alegría. Respétalo siempre, jamás
lo califiques ni lo juzgues, esa potestad sólo le corresponde a Dios.
Hablare con franqueza, nadie mejor que él, para
entenderte, cuéntale tus cosas, con más confianza que al mejor de tus amigos...
Ten la seguridad que encontrarás en él al confidente ideal y como no, si tu padre.
Por la diferencia de edades es posible que tengan distintas maneras de ver la
vida y que algunas veces no se pongan de acuerdo, pero no te preocupes, eso es
bueno para ambos.
Conversa con él cada vez que te sea posible, esa dicha no
la vas a tener siempre, pregúntale ¿papá tu qué harías?, lo vas a llenar de
gozo, le va a ser de mucho bien sentirse útil, saber que lo tomas en cuenta, que
crees y confías en él, como cuando eras un(a) niño(a)... Escúchalo, aunque sus
consejos no lleguen a resolver tus problemas te serán provechosos, te marcarán
pautas y ayudaran a concebir nuevas ideas, hallaras en sus palabras la
experiencia de un ser humano que alguna vez fue como tú, tuvo tu edad y trajinó
por el mismo camino.
Si tienes a tu padre presente, quiérelo, amalo, aprécialo,
no olvides que detrás de su sonrisa se esconde la nostalgia de un hombre al que
le quedó corto el tiempo, pero que ahora, como es natural, disfruta viendo en
ti la continuación de su propia vida... Por eso cada vez que puedas visítalo, tu sola presencia será suficiente
para alegrarlo y hacerlo muy feliz.
Si tienes a tu padre con vida abrázalo, quiérelo, dile
que lo amas, que él es de las personas más importante en tu vida, que le estás
eternamente agradecido(a) por la labor de padre hacia tu vida... ello lo va hacer
muy feliz a él, porque nada es más reconfortante y hermoso para un padre que la
gratitud y el amor de su propio(a) hijo(a).
¡Gracia y Paz!
Editado por: Carlos Martínez M.
John Henry Medina del Piélago