Salmo 1:1
“Bienaventurado el varón que no anduvo en
consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores…”
Los hijos de Dios debemos tener perfectamente bién definidos los límites que hay entre el bien y el mal. Al igual
que el salmista, debemos tener conciencia de que una vida bendecida es el
resultado de deleitarse en el cumplimiento la Ley del Señor (Salmo 1:2); no de
vivir como aquellos que «[andan] en consejo de malos, [y están] en camino de
pecadores» (v. 1).
Los cristianos debemos reconocer que los límites divinos no
buscan quitarle dinamismo a nuestra vida, sino que son cercos levantados, según
la sabiduría de Dios, para ayudarnos a evitar la trampa y los problemas de una
vida insensata.
Cuando sientas tentación de traspasar los límites divinos,
recuerda el propósito amoroso del Señor al levantar vallados. Glorifica a Dios
por esos límites y por la bendición que son para ti. Los caminos de Dios nos
mantienen dentro de los límites de sus bendiciones.
“Gracia y Paz”