Salmos 101:6
“Mis ojos pondré en los fieles de la tierra,
para que estén conmigo; el que ande en el camino de la perfección, éste me
servirá”
En este salmo se destacan dos características de los herederos
del reino: fidelidad y perfección.
Al decir “el que
ande en el camino de la perfección”, David muestra que la experiencia de la
rectitud, santidad, fidelidad, justicia (o como tú la quieras llamar), es una
experiencia dinámica. Andar o caminar es moverse hacia adelante, es dar un paso
después de otro, es avanzar. Nadie anda para atrás, solo los cangrejos.
Crecer en Cristo lleva tiempo. El Espíritu Santo solo
requiere de un instante para convertirnos, pero toda una vida para enseñarnos a
andar. Al principio caemos, resbalamos. Con el tiempo y con los dolores,
aprendemos a ser cuidadosos y vigilantes. Caer no hace a nadie un derrotado.
Permanecer caído, sí.
Es necesario practicar el ejercicio de la paciencia. Al
comienzo nos puede dar la impresión de que no avanzamos, o que nunca lo
conseguiremos. En esos momentos, debemos tomarnos del brazo poderoso de nuestro
Padre y creer en él. Dios nunca nos dejará ni nos abandonará.
Cuando Dios dice que sus ojos buscarán a los fieles de la
tierra, se está refiriendo a todos los que seamos hijos sinceros que,
reconociendo nuestra fragilidad, lo busquemos a fin de recibir de Él fuerzas
para una vida de avance. El resultado de esta búsqueda diaria es la FIDELIDAD y
la rectitud.
Aceptémosla gratuitamente de Cristo. Si tratamos de tener
estas características sin la participación directa de Cristo ciertamente caeremos
en el terreno del moralismo, alimentado por el orgullo y el egoísmo. El
moralismo no es cristianismo, en ningún caso.
Hagamos del día de hoy un día de comunión con Cristo.
Andando, comprando, vendiendo, trabajando o estudiando. Cualesquiera cosa que hagamos,
hagámosla en Cristo y para Cristo Permitamos que Cristo participe en nuestra experiencia.
Tomemos la mano poderosa del Salvador, porque Él dice: “Mis ojos pondré en los
fieles de la tierra, para que estén conmigo; el que ande en el camino de la
perfección”.
¡Gracia y Paz!
Camino a Jesús