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miércoles, 22 de octubre de 2014
¿SABES DEMOSTRAR EL AMOR A DIOS?
¿SABES DEMOSTRAR EL AMOR A DIOS?
Juan 14:21
“El que tiene mis mandamientos, y los
guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le
amaré, y me manifestaré a él”.
Un famoso consejero familiar cristiano con frecuencia
comienza sus conferencias con la pregunta: “¿Qué fortalece sus relaciones y qué
las debilita?” Exhorta sobre la necesidad de que ambos cónyuges deben demostrar
su amor por el otro con hechos más que con palabras. Esto, indudablemente, enriquece
y fortalece grandemente la relación.
La Biblia nos muestra un principio similar al referirse a
nuestra relación con Dios. En primer lugar conocemos del indescriptible amor de
Dios cuando leemos en Romanos 5:8 que “Dios muestra su amor para con nosotros,
en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. No existe una mayor
prueba de este amor “que excede a todo conocimiento” (Efesios 3:19) que
entregar a su hijo al sufrimiento y la muerte en la cruz con el fin de salvar
de la condenación eterna a todos aquellos que le habían dado la espalda. Pero
no sólo eso, sino que el Señor tiene planes de bienestar y prosperidad para sus
hijos, es decir aquellos que han creído en su Hijo y lo han aceptado como
salvador, dice Jeremías 29:11.
¿Cómo podemos nosotros corresponder a ese amor? La Biblia
está llena de pasajes que nos enseñan diferentes formas de expresarle a Dios el
amor que sentimos por él. Una de ellas es por medio de nuestra obediencia. En
el pasaje de hoy Jesús dice: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése
es el que me ama”. Es decir, el que ama al Señor es aquel que no solamente
conoce sus mandamientos sino que los obedece. En otras palabras, el verdadero
amor se manifiesta con hechos más que con palabras. Así dice Santiago 1:22:
“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a
vosotros mismos”.
También mostramos amor a Dios consolando a los que sufren
y haciendo buenas obras a aquellos que nos rodean. El apóstol Santiago escribe
en su epístola que la religión pura delante de Dios es esta: “Visitar a los
huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”
(Santiago 1:27). Es decir, hechos más que solamente palabras expresan mucho
mejor el amor que proviene del Espíritu Santo, y que por lo tanto agrada a
nuestro Padre celestial. Cuando le damos ánimo a alguien en medio de una
situación difícil, agradamos a Dios, y así le mostramos nuestro amor. Cada vez
que de alguna manera ayudamos a un necesitado, estamos demostrando al Señor que
le amamos.
Finalmente, demostramos nuestro amor al Señor cuando
pasamos tiempo con él diariamente. No hay señal más evidente de amor por una
persona que desear estar a su lado el mayor tiempo posible. David expresa su
amor por Dios, y nos exhorta a que lo hagamos nosotros cuando nos dice:
“Deléitate asimismo en el Señor, y él te concederá las peticiones de tu corazón”
(Salmo 37:4). Deleitarse es sentir una gran satisfacción o placer al hacer
algo. Si de verdad amamos al Señor, disfrutaremos plenamente de su compañía. Y
Dios a su vez manifestará su amor concediéndonos los deseos de nuestro corazón.
Dice 1 Corintios 2:9: “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni
oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado
para los que le aman”. Ciertamente no podemos imaginar todas las bendiciones
que Dios tiene preparadas para aquellos que le aman y le buscan cada día de
todo corazón, pero debemos creerlo porque lo dice su Palabra.
Hagámonos el propósito de mostrar nuestro amor a Dios
buscando su rostro en oración cada día de nuestras vidas, leyendo su Santa Palabra,
meditando en ella y poniéndola en práctica en toda ocasión que se nos presente.
La paz y el gozo de su Espíritu nos inundarán y seremos sumamente bendecidos.
Es su promesa.
ORACIÓN:
Mi amado Padre celestial, te ruego pongas en mi corazón
el fuego de tu Espíritu para amarte con la pasión y el fervor que tú mereces, y
ayúdame a demostrarte mi amor amando a los demás de la manera en que tú me amas
a mí. En el nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla