¿Aún vives con
temor?
2 Timoteo 1:7
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de
cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”
Hay cristianos que nunca han conocido verdaderamente el
amor de Dios. Ellos viven un cristianismo legalista donde las reglas son las
que gobiernan la “relación” con Dios. Si cumplen ciertas leyes, “Dios no les
castiga”. Viven practicando una religión bajo temor. La Biblia enseña
claramente que el cristiano no debe vivir bajo el temor pues el temor no
proviene de Dios. Así dice el pasaje de hoy.
Por la obra de la sangre de Jesús derramada en la cruz
del Calvario, los creyentes hemos pasado de la esclavitud del pecado y el temor
a la condición de hijos de Dios, lo cual nos hace sus herederos. Así dice
Gálatas 4:7: “Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también
heredero de Dios por medio de Cristo”. Es decir, nuestra vida entra en contacto
directo con el amor y el poder del Padre Celestial. Se origina entonces una
relación sublime y perfecta que no se puede comparar con nada. El amor de Dios
es más que un sentimiento, es una manifestación especial de la bondad, el
cuidado y la protección del Padre celestial para con sus hijos. Es por eso que
si caminamos bajo ese precioso amor no puede haber temor en nuestras vidas. El
apóstol Juan, en su primera carta, lo afirma de esta manera: “En el amor no hay
temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en
sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor” (1 Juan
4:18).
El temor asustadizo que nos oprime y nos hace vivir en
una esclavitud espiritual nunca proviene del Señor. En Cristo siempre hay
verdadera libertad. El temor abre las puertas a la influencia del mal y nos
hace vivir bajo condenación y castigo continuo. El amor, por el contrario,
espanta las fuerzas del mal que no resisten la manifestación de la esencia
misma de Dios, pues “Dios es amor”, dice 1 Juan 4:8. Todo lo que viene de Dios
rechaza el temor que viene del enemigo. La fe, que es don de Dios, no permite
que el temor nos controle.
En una ocasión, los discípulos se encontraron en medio
del mar azotados por una violenta tormenta que amenazaba con hundir la barca
(Mateo 14:28-31). Sin saber qué hacer, llenos de temor estaban cuando Jesús se
les acercó andando sobre el mar y les dijo: “¡Confiad; yo soy, no temáis!” Tan
pronto ellos reconocieron a Jesús, y confiaron en él, los vientos se calmaron,
y vino la paz, y el temor desapareció. Fue entonces que el impetuoso Pedro le
dijo a Jesús: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas”. Y el
Señor le dijo: “Ven.” Pedro descendió de la barca y “andaba sobre las aguas
para ir a Jesús”. Pero de pronto tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces
gritó: "¡Señor, sálvame!" Inmediatamente Jesús, extendiendo la mano,
asió de él, y le dijo: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” La falta de fe
resulta en temor; por el contrario cuando confiamos plenamente en que Dios está
con nosotros, el temor desaparece.
A través de toda la Biblia, Dios nos dice con toda
claridad que él estará con nosotros siempre, cada día de nuestras vidas, hasta
el fin del mundo. Y Romanos 8:31 dice que “si Dios es por nosotros, ¿quién
contra nosotros?” Esto debe ser suficiente para calmar nuestros temores, pero
tenemos que creerlo, tenemos que confiar en el amor y la protección de nuestro
Dios. Medita en el pasaje de hoy. Dios no te ha dado “espíritu de cobardía”,
sino todo lo contrario, en ti reside un espíritu “de poder, de amor y de
dominio propio”. Créelo de todo corazón, confía en la verdad de la Palabra de
Dios y vivirás una vida de paz y tranquilidad.
Si sientes temor en tu vida, es imprescindible que te
liberes de él. Cristo ha pagado por ti un precio muy alto para que ahora puedas
vivir bajo una libertad espiritual completa. El salmista dijo: “Busqué al
Señor, y él me oyó, y me libró de todos mis temores. Los que miraron a él
fueron alumbrados, y sus rostros no fueron avergonzados” (Salmo 34:4-5). Haz
como el salmista, busca al Señor cada día de tu vida, conócele íntimamente y
permite que su amor inunde todo tu ser, porque en la medida que eres
perfeccionado en el amor de Dios más se fortalecerá tu fe y dejarás de vivir
bajo el temor.
ORACIÓN:
Gracias, mi Dios, porque a través de la sangre de Cristo,
puedo vivir bajo tu amor y no bajo el temor del enemigo. Te ruego aumentes mi
fe para vivir cada día en la libertad de tu Espíritu. En el nombre de Jesús,
Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
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