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ORACION



ORACIÓN:
Mi amante Padre celestial, gracias mi Dios, por tus promesas de ayudarme y suplir mis necesidades. Aumenta mi fe, para que yo no vacile ni un instante en acudir a tu trono de gracia en busca de ayuda en mis necesidades, aún en las más simples e insignificantes. En el nombre de Jesús, Amén.

Dios está al tanto de todas nuestras necesidades (aún las más pequeñas e insignificantes) y las suple con amor “conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. Sólo tenemos que creer. Así lo afirma Jesús en Mateo 21:22 “Todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”.

Dios contesta nuestras oraciones, y sus promesas son una realidad mayor que nuestros problemas. ¡Qué Padre tan maravilloso! Sólo tenemos que acercarnos a él trayéndole nuestros problemas y confiar en su amor y su poder, como nos dice Hebreos 4:16: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”.



¡Gracia y Paz!

¿POR CUALES DE TUS NECESIDADES ORAS AL SEÑOR?



¿Por cuales de tus necesidades oras al Señor?

Filipenses 4:19
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”.

La Biblia dice que Dios suplirá todo lo que les falta a sus hijos. Sin embargo, tenemos la tendencia a acudir a él sólo en aquellas cosas que nos parecen muy “difíciles” o “complejas”, mientras nosotros nos encargamos de las que son “fáciles” o “simples”, de acuerdo a nuestro criterio. Y muchas veces el resultado es un rotundo fracaso. Debemos siempre recordar que Jesús dijo: “Separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). Por lo tanto debemos de solicitar su ayuda en oración aún en los problemas más pequeños.

La siguiente historia es una prueba evidente de ello: Corie ten Boon fue una famosa predicadora holandesa que fue usada con poder por Dios hace varias décadas. Durante la Segunda Guerra Mundial, Corie y su hermana Betsie conjuntamente con el padre de ambas fueron arrestadas por los nazis, acusados de esconder judíos en su hogar y fueron enviados a un campo de concentración. Su padre y su hermana Betsie murieron en la prisión, y cuando ella fue liberada regresó sola a su casa. Después de la guerra, Corie ten Boon se dedicó a predicar la Palabra de Dios por todo el mundo. En una ocasión, mientras predicaba acerca del poder de la oración, Corie contó esta anécdota sucedida en los días de su cautiverio:

“Una mañana me desperté con un resfriado terrible y le dije a Betsie: - ¿Qué puedo hacer? Ni siquiera tengo un pañuelo. - Ora - me dijo ella - Me sonreí. Pero ella oró. – “Padre, Corie está resfriada y no tiene un pañuelo. Por favor, suple uno para ella. En el nombre de Jesús, Amén”. No pude evitar la risa, pero cuando ella dijo “Amén”, escuché que me llamaban. Fui a la ventana, y allí estaba mi amiga, que trabajaba en el hospital de la prisión. - ¡Rápido, rápido! Toma este paquetito, es un pequeño regalo para ti. Abrí el paquetito y dentro había un pañuelo. - ¿Cómo se te ocurrió traerme esto? ¿Cómo sabías que estoy resfriada? - No lo sabía, pero estaba doblando pañuelos en el hospital y una voz en mi corazón me dijo: “Llévale uno a Corie ten Boon”. - ¡Qué milagro! ¿Entienden lo que ese pañuelo me dijo en aquel momento? Me dijo que en el cielo hay un Padre amoroso que oye cuando una de sus hijas, en este pequeñísimo planeta, pide una cosa insignificante e imposible: un pañuelo. Y ese Padre celestial dice a otra de sus hijas que le lleve uno a Corie ten Boon”.

En Mateo 9:27-30 leemos una pequeña historia acerca de dos ciegos que se acercaron a Jesús, pidiéndole que los sanara. El Señor entonces les preguntó: “¿Creéis que puedo hacer esto?” Ellos inmediatamente contestaron: “Sí, Señor”. Entonces Jesús les tocó los ojos diciéndoles: “Conforme a vuestra fe os sea hecho”. Y ambos recobraron la vista. Sin lugar a dudas, la clave de este milagro de nuestro Señor fue la fe de aquellos ciegos. Ellos estaban seguros de que Jesús podía devolverles la vista a pesar de que humanamente era totalmente imposible. Ahora bien, no es necesario que nos encontremos en una situación que requiera un milagro divino. Dios está al tanto de todas nuestras necesidades (aún las más pequeñas e insignificantes) y las suple con amor “conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”, como dice el pasaje de hoy. Sólo tenemos que creer. Así lo afirma Jesús en Mateo 21:22 “Todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”.

Dios contesta la oración, y sus promesas son una realidad mayor que nuestros problemas. ¡Qué Padre tan maravilloso! Sólo tenemos que acercarnos a él trayéndole nuestros problemas y confiar en su amor y su poder, como nos dice Hebreos 4:16: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. No te cohíbas de traer ante tu Padre celestial aun el más pequeño de tus problemas o necesidades. Él está esperando para darte la respuesta más conveniente para ti. Cuando oramos con fe, y esperamos con paciencia, Dios contestará nuestras oraciones, oportunamente, en su perfecto tiempo y de acuerdo a lo que él sabe es lo mejor para nosotros.

ORACIÓN:
Mi amante Padre celestial, gracias mi Dios, por tus promesas de ayudarme y suplir mis necesidades. Aumenta mi fe, para que yo no vacile ni un instante en acudir a tu trono de gracia en busca de ayuda en mis necesidades, aún en las más simples e insignificantes. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!