¿Y tú de qué
manera clamas a Dios?
Nehemías 1:4-9
"Cuando oí estas palabras me senté y
lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los
cielos. Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y
temible, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus
mandamientos; esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración
de tu siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel
tus siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido
contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado. En extremo nos hemos
corrompido contra ti, y no hemos guardado los mandamientos, estatutos y
preceptos que diste a Moisés tu siervo. Acuérdate ahora de la palabra que diste
a Moisés tu siervo, diciendo: Si vosotros pecareis, yo os dispersaré por los
pueblos; pero si os volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos, y los
pusiereis por obra, aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los
cielos, de allí os recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar
allí mi nombre".
A Dios le agrada que meditemos en su Palabra y guardemos
sus mandamientos. A él le encanta que aprendamos las lecciones de las sagradas
Escrituras y las pongamos en práctica en nuestro diario vivir. Y también le
complace que prestemos atención a lo que él ha prometido y a lo que él ha
advertido son las consecuencias de nuestras acciones. A través de los siglos,
el Señor ha mostrado de manera inequívoca su fidelidad al cumplimiento de sus
promesas. Dice Hebreos 10:23: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de
nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió”. Ciertamente Dios es fiel y
siempre cumple su palabra.
En el pasaje de hoy, Nehemías oró usando las mismas
palabras que Dios había pronunciado años antes, cuando se dirigió a Moisés
advirtiéndole acerca de la infidelidad y el pecado del pueblo de Israel, y
recordándole su promesa de reunirlos y llevarlos a la tierra prometida si ellos
guardaban sus mandamientos. Nehemías no estaba insinuando que Dios pudiera
haberse olvidado de sus propias declaraciones. Él simplemente confiaba en las
Escrituras y las guardaba en su corazón y en su mente. Cuando Nehemías dice a
Dios "acuérdate de la palabra que diste a Moisés", está diciendo que
él cree en esa palabra de todo corazón y que su esperanza reside en las
promesas que el Señor ha dado a su pueblo.
Una de las mejores maneras de orar y ayunar es
manteniendo la Biblia abierta, trayendo ante Dios su propia palabra, y
mostrándole a él que nuestra esperanza se basa en sus promesas. David trajo
ante Dios su pecado y lo confesó, declarando: “Porque no quieres sacrificio,
que yo lo daría; no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu
quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”
(Salmo 51:16-17). Hoy nosotros, si estamos luchando contra alguna situación
pecaminosa, podemos aferrarnos a esas mismas promesas, declararlas, hacerlas
nuestras y venir humildemente delante del Señor arrepentidos y confesando
nuestros pecados.
¿Tienes problemas económicos? Haz una prioridad tu
búsqueda del Señor, y acércate a su trono de gracia expresando las palabras de
Jesús en Mateo 6:33: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y
todas estas cosas os serán añadidas”. ¿Andan tus hijos por caminos que no son
de Dios? Si tú has creído, ora aferrándote a la promesa de Hechos 16:31: “Cree
en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”. ¿Necesitas paz y descanso
espiritual? ¿Sientes sobre ti una carga muy pesada? En Mateo 11:28, Jesús nos
dejó una preciosa promesa: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y
cargados, y yo os haré descansar". Ven al Señor en oración trayendo estas
promesas, confiando que él habrá de cumplirlas en ti plenamente.
ORACIÓN:
Amante Padre, te doy gracias por tus promesas y por tu
fidelidad. Tú has prometido descanso para todos aquellos que estamos trabajados
y cansados Has prometido suplir nuestras necesidades, y estar con tus hijos
todos los días hasta el fin del mundo. Hoy yo vengo a ti y te entrego todas mis
necesidades confiando en que tú las suplirás. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y paz”
Dios te Habla