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NINGUNA PERSONA QUE HAYA TENIDO...



Vivamos cada día como Dios nos manda, para que Él al vernos se sienta complacido de nuestro caminar, que pueda en algún momento decir lo mismo que dijo de Job: “Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?” (Job 1:8).


¡Gracia y Paz!

¿CUÁNDO VAS ACEPTAR A CRISTO COMO TU SALVADOR?



¿Cuándo vas aceptar a Cristo como tu Salvador?

Romanos 5:6-10
"Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida".

Hay ocasiones en las que una persona que no es creyente se encuentra frente a la decisión de aceptar o no a Cristo como su salvador personal, y decide que, aunque le gustaría contestar afirmativamente, preferiría antes poner en orden ciertas áreas de su vida. Quizás diga algo así como: “Me gustaría aceptar a Cristo como mi Salvador, pero primero tengo que eliminar ciertas cosas de mi vida que no están del todo bien”. Muchas personas piensan que deben posponer una decisión por Jesucristo hasta que, de alguna manera, hayan mejorado esas áreas que consideran “turbias”. El problema es que no han entendido correctamente el mensaje del Evangelio.

Lo cierto es que ninguno de nosotros merece la salvación que Jesús nos ofrece. No hay nada, absolutamente nada que pudiésemos hacer que nos haga merecedores del perdón y la aceptación de Dios. En primer lugar, estábamos “muertos en nuestros delitos y pecados”, dice Efesios 2:1. Y un muerto no puede hacer absolutamente nada. Por eso, Dios tomó la iniciativa para restaurar su relación con el hombre, la cual había sido dañada por el pecado original de Adán y Eva. Con ese fin envió a su único Hijo, “para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Y Colosenses 1:20 dice que “agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz”.

Nosotros no merecemos este acto de amor; Dios lo hizo por su propia iniciativa, motivado por su infinita gracia. Cualquier intento de “mejorar” sin primeramente permitir a Cristo que entre en tu vida es un error y un esfuerzo totalmente infructífero. Jesús no dijo: “Vayan y límpiense, descansen un poco, y entonces vengan a mí”. Todo lo contrario, él abrió sus brazos y dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Y el pasaje de hoy dice que “siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Jesús no esperó hasta que fuéramos merecedores de él. Él sabía que nunca podríamos serlo. Por eso se dio a sí mismo por toda la humanidad, y extendió una invitación a todos los pecadores para que vinieran a él tal como son, y encuentren paz y descanso para sus almas.

La Biblia dice que “si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9). Si no has dado el paso de fe aceptando a Jesucristo como tu Salvador, sólo tienes que creer “en tu corazón”, sin ninguna duda, con absoluta seguridad, que Jesús murió en la cruz del Calvario con el fin de pagar por tus pecados, y que “Dios le levantó de los muertos”. Entonces lo confiesas con tus labios, y “serás salvo”. Ahora mismo abre tu corazón y eleva al cielo una oración de arrepentimiento y entrega al Señor. Tan pronto lo hagas el Espíritu Santo viene a morar en ti, y entonces comienza su obra para transformarte en un verdadero hijo de Dios.

Si Cristo es ya tu Salvador, disfruta entonces de esa linda relación que él estableció entre tú y Dios, y vive en paz, confiando que esa sangre preciosa derramada en la cruz del Calvario, te está lavando constantemente de todo pecado. Pero no permanezcas en este primer paso. Profundiza en tu relación con Jesús por medio de la lectura de la Biblia y la oración cada día de tu vida, y disfruta plenamente de la victoria que él obtuvo en la cruz para ti.

ORACIÓN:
Dios de amor y misericordia, gracias por establecer ese puente que es Cristo Jesús, que nos permite llegarnos a ti. Gracias porque no tuviste en cuenta mis pecados e inmundicias y enviaste a tu Hijo para que con su sangre pagara mi deuda y me reconciliara contigo. Ayúdame a disfrutar plenamente del gozo de mi salvación. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!
Dios te Habla