¿CÓMO ESTAS
REPRESENTANDO a Cristo?
2 Corintios 5:17-21
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo
esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio
el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando
consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos
encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores
en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en
nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros
lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”.
En este pasaje, el apóstol Pablo les dice a los
cristianos de Corinto que Dios nos ha encargado “la palabra de la
reconciliación” a todos los que hemos creído en Jesucristo como nuestro
Salvador. O sea “somos embajadores en nombre de Cristo”. El diccionario de la
Real Academia Española define la palabra “embajador” como “Diplomático que
representa al Estado que lo nombra”. Otra acepción es: “Persona, entidad o cosa
que por ser característico de un lugar o país, se considera representativo de
ellos”. Es decir, ambos significados denotan que un embajador debe mostrar
características similares a aquello que representan. Un diplomático debe
expresar fielmente la política de su país ante las demás naciones del mundo. Y
cuando este término se aplica a una persona, entidad o casa de un cierto país,
igualmente sus características deben representar con la mayor exactitud posible
aquellas cualidades de su país de origen. La pregunta es: “¿Estamos
representando bien a nuestro Señor?”
Lo primero que leemos en el pasaje de hoy es que aquel en
el cual vive Cristo es “una nueva criatura”. Para él todo lo viejo ha pasado.
La vida anterior ha muerto, las viejas costumbres ya no existen, la anterior
manera de pensar ha sido transformada, las cosas que antes eran “importantes”
ahora se tienen “por basura, para ganar a Cristo”, como dijo Pablo en
Filipenses 3:8. Mira tu interior, medita en tus acciones. ¿Ha habido un cambio
profundo en tu manera de pensar y de actuar? ¿Eres realmente una “nueva
criatura”? Este es el primer requisito para ser embajador de Cristo. Después
sigue un proceso de acercamiento al Señor en el cual nos reunimos diariamente
con él, y pasamos tiempo de comunión por medio de la lectura de la Biblia y la
oración. De esta manera conocemos cada vez más sus principios y preceptos, y el
Espíritu Santo va tomando control de nuestro ser. Cuando seguimos y obedecemos
fielmente sus instrucciones, entonces llegaremos a parecernos a Jesús.
De la condición de embajador de Jesucristo nace también
la conciencia de la autoridad, que Pablo define precisamente al decir “en
nombre de Cristo.” Cuando Pablo tiene que exhortar, mandar o prohibir lo hace
consciente de estar investido de la autoridad misma del Señor, la cual le fue
dada “para edificación, y no para destrucción”, según nos dice en 2 Corintios
13:10. De igual manera el Señor nos ha revestido de autoridad y poder para
llevar a cabo su encomienda, al igual que lo hizo con aquellos setenta a los
que envió a predicar el evangelio, a los cuales dijo: “He aquí os doy potestad
de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os
dañará” (Lucas 10:19).
Así es que, si has aceptado a Jesucristo como Salvador y
Señor, tienes el título de “Embajador de Cristo”, tienes las instrucciones
escritas en su Palabra, y tienes la autoridad y el poder para llevarlas a cabo.
Depende solamente de ti el hacer buen uso de este enorme privilegio, y
representar al Señor dignamente donde quiera que te encuentres.
ORACIÓN:
Bendito Dios, es mi deseo servir y representar a tu Hijo
de manera tal que tu nombre sea glorificado. Pero reconozco que con mis propias
fuerzas es imposible que yo pueda hacerlo. Por favor, capacítame para que yo
pueda representarlo honrosamente con mi testimonio en todo momento. En el
nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla