¿Eres agradecido
por las bendiciones de cada día?
Colosenses 3:12-15
“Vestíos, pues, como escogidos de Dios,
santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de
mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a
otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó,
así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es
el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que
asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos”.
En este pasaje, parte de su carta a los colosenses, el
apóstol Pablo enumera una serie de cualidades que deben formar parte del
carácter de un verdadero cristiano. Menciona el amor, la paz,
la paciencia, la benignidad, la mansedumbre, todas ellas partes del fruto del Espíritu. Les
habla también del perdón y la misericordia, atributos intrínsecos del carácter
de Dios. Y por último les dice: “y sed agradecidos”. Una actitud de gratitud
hacia Dios y hacia los demás es característica de crecimiento y madurez
espiritual.
Una señora caminaba con su hijita de cuatro años por un
mercado al aire libre, cuando la niña se detuvo frente a una de las mesas en la
que se mostraban varias cajas llenas de naranjas. Mientras ella las
contemplaba, el vendedor tomó una naranja de la mesa y se la regaló a la niña.
“¿Qué se le dice a este señor tan amable?”, preguntó la madre a la hija. La
niña miró la naranja, luego se la dio de nuevo al hombre, y le dijo: “¡Pélala!”
Bien pudiera parecer una gracia al provenir de una niña pequeña, pero ¡cuántas
veces hemos actuado de esta manera con Dios! Quizás no lo hemos expresado con
palabras, pero nuestra actitud ante las bendiciones del Señor refleja lo que
nuestro corazón está diciendo: “¡Esto es bueno, pero yo quiero más!”
Es posible que en alguna ocasión te preguntes: “¿Y por
qué tengo que dar gracias?” Bien pudiera ser que acabas de perder el empleo, o
quizás las noticias del médico no son muy buenas, o a lo mejor alguna relación
en la que tenías puesta toda tu ilusión se rompió y tu corazón está destrozado.
Las razones por las que podríamos considerar que es difícil dar gracias son
tantas como los problemas que nos afectan cada día. Sin embargo, si
escudriñamos la Biblia podemos encontrar muchas razones para estar agradecidos
aun durante las situaciones más oscuras de nuestras vidas.
A pesar de nuestras pruebas podemos ser agradecidos,
primeramente porque “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”,
dice Romanos 8:28. Podemos dar gracias por la inalterable bondad y misericordia
de Dios, como dice el Salmo 106:1: “Alabad a Jehová, porque él es bueno; porque
para siempre es su misericordia”. También porque podemos tener la seguridad de
que “somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37).
Porque Dios ha prometido: “No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5).
Porque “si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31). Y
sobretodo porque ni siquiera la muerte tiene autoridad sobre nosotros, pues
Jesucristo venció en la cruz y nos ha dado vida eterna. Dice 1 Corintios 15:57:
“Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro
Señor Jesucristo”.
Quizás muchas veces pasemos por alto el hecho de que
nuestro Padre nos provee de todo lo que necesitamos, en todos los aspectos
(material, físico y espiritual), como afirma Filipenses 4:19: “Mi Dios, pues,
suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”.
De igual manera ignoramos su protección y cuidado. ¿De cuántos accidentes nos
habrá librado el Señor? Hay muchas más razones por las que debemos dar gracias
a Dios. Debemos estar siempre consientes de ellas, y en vez de quejarnos por lo
que no tenemos, en lugar de molestarnos por las injusticias y los golpes de la
vida, en vez de pedir más para nosotros, agradezcamos a Dios y a los demás. En
vez de decir: “¡Pélala!”, como dijo aquella niña, digamos: “Gracias”. Muchas
veces no es fácil, pues está en contra de nuestra naturaleza humana, pero si
disponemos nuestros corazones a ser agradecidos y pedimos al Señor que nos
ayude, llegará a ser una actitud normal en nosotros, para la gloria de Dios.
ORACIÓN:
Padre santo, ayúdame a reconocer todas las bendiciones
que diariamente recibo de ti y capacítame para ser agradecido aún en momentos
en que las cosas no estén marchando bien. En el nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla