¿Qué tan firme crees que estas?
1 Corintios 10:1-12
“Porque no quiero, hermanos, que
ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el
mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos
comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida
espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era
Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron
postrados en el desierto. Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para
nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis
idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a
comer y a beber, y se levantó a jugar. Ni forniquemos, como algunos de ellos
fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni tentemos al Señor, como
también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni
murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. Y
estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a
nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. Así que, el que
piensa estar firme, mire que no caiga”.
¡Qué tristeza tan grande
cuando nos enteramos que uno de nuestros hermanos en la fe ha caído en pecado!
¡Y aún más cuando se trata de alguien que ha llegado a ocupar un lugar
importante en la Iglesia de Cristo! Y nos preguntamos: “¿Cómo es posible que un
hijo de Dios, conocedor de las Escrituras, siervo fiel por muchos años,
eficiente líder en la Iglesia pueda caer en tan horrible pecado y vivir una
vida de hipocresía y engaño?” Lamentablemente, a través de los siglos hasta
nuestros tiempos, vemos esta situación repetirse una y otra vez en los hijos de
Dios, independientemente del nivel espiritual que hayan alcanzado. El rey David
era un hombre conforme al corazón de Dios, conocedor de las Escrituras, sin
embargo al ver una hermosa mujer que se estaba bañando la deseó para sí, y cayó
en la tentación.
1 Corintios 10:13 afirma que “no os ha
sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os
dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también
juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”. El Espíritu
Santo siempre nos dará una señal de peligro. Por eso debemos estar alertas e
inmediatamente que discernamos el peligro tenemos que orar y buscar en Dios la
fortaleza, y él nos dará la salida. El problema es que muchas veces ignoramos
esa señal. Cuando David preguntó quién era aquella mujer, le dijeron: “Aquella
es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo”. O sea, es casada, tiene dueño,
no debes interesarte en ella. Pero David ignoró esas palabras, no buscó la
ayuda de Dios y decidió hacer caso a los deseos de la carne. Después sufrió las
consecuencias de su pecado.
El pasaje de hoy nos habla de aquel pueblo de
Israel que fue liberado de la esclavitud en Egipto, los cuales todos estuvieron
bajo la protección y el cuidado de Dios, todos recibieron las mismas
bendiciones de su Padre celestial, todos participaron del mismo alimento
espiritual. Sin embargo, la Biblia nos dice que “de los más de ellos no se
agradó Dios”. Y como consecuencia de sus acciones “quedaron postrados en el
desierto”. Este pasaje incluye también una seria advertencia: “Así que, el que
piensa estar firme, mire que no caiga”. Esta es probablemente la razón
principal por la que muchos han caído. Han llegado a pensar que, debido a su
crecimiento espiritual y su posición en la Iglesia, pueden enfrentarse a las
tentaciones con sus propias fuerzas y salir victoriosos. ¡Error capital! Jesús
les dijo a sus discípulos: “Separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). La
Biblia está llena de advertencias y consejos en este aspecto. Jesús mismo, allí
en Getsemaní, tuvo que postrarse en oración tres veces clamando a Dios por
fortaleza. Y allí mismo dio a sus discípulos su último consejo: “Velad y orad,
para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero
la carne es débil” (Mateo 26:41).
Cuando estés frente a una tentación, no
confíes en tus propias fuerzas. Clama a Dios y él te dará la fuerza que
necesitas para resistir la tentación, y el diablo huirá, y te dejará tranquilo.
ORACION:
Bendito Padre celestial, te ruego me des la
fuerza y el valor para resistir las tentaciones, de modo que mi testimonio
siempre glorifique tu Santo Nombre. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla