¿Tienes problemas
con algún amigo?
Proverbios 17:17
“En todo tiempo ama el amigo, y es como un
hermano en tiempo de angustia”.
Los amigos son una de las posesiones más valiosas que
tenemos. Ellos nos proveen compañía, nos escuchan cuando estamos en problemas,
nos alientan en nuestros sueños e ilusiones y nos sirven como una malla de
seguridad cuando caemos. Los verdaderos amigos nos brindan su apoyo aun cuando
no lo merezcamos. De hecho, muchas veces un amigo ha resultado más fiel que un
hermano o cualquier otro familiar. En momentos en los que, por alguna razón,
estamos desalentados unas palabras de aliento de parte de un amigo pueden
cambiar radicalmente nuestro estado de ánimo. Así dice Proverbios 27:9: “El
perfume y el incienso alegran el corazón; la dulzura de la amistad fortalece el
ánimo”. Y el versículo 10 dice que “mejor es el vecino cerca que el hermano
lejos”.
Jesús dio mucho valor a la amistad. En una ocasión,
conversando con sus discípulos, les dijo: “Nadie tiene mayor amor que este, que
uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13). Y seguidamente les dice: “Ya no
os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he
llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a
conocer”. Es decir, entre amigos verdaderos existe confianza para compartir
hasta las cosas más íntimas. No hay duda de que tener un buen amigo es una bendición
de Dios. Sin embargo, inevitablemente algunas de estas relaciones pasarán por
períodos problemáticos. Si te encuentras en una de estas situaciones, y se
trata verdaderamente de una amistad que vale la pena conservar debes buscar una
solución. Para ello, aquí te presento algunas sugerencias:
Ora. Trae
el problema delante del Señor en oración. Pídele discernimiento espiritual,
sabiduría y humildad. Pide a Dios que bendiga a ésa amistad.
Enfrenta la
situación. No ignores el problema esperando que la otra persona tome la
iniciativa. Comparte con tu amigo tu sentir de que algo no está bien y que
necesita solucionarse. En Mateo 5:23-24, Jesús dice: “Por tanto, si traes tu
ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja
allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano,
y entonces ven y presenta tu ofrenda”.
Define con
claridad el problema. Juntos, conversen acerca de cuando y donde la
relación comenzó a afectarse y lo que pudo haber causado el problema. Una buena
comunicación es esencial para eliminar malos entendidos y evitarlos en el
futuro.
Evita echar culpas.
No es nada fácil, pero trata de no defenderte. Sin lugar a dudas existirá la
tentación de discutir sobre quién hizo tal cosa, pero piensa que el objetivo
fundamental no es probar quien tiene la razón, sino salvar la amistad.
Pide perdón.
Generalmente no es fácil pedir perdón, especialmente cuando creemos que no
tenemos la culpa, pero es una buena oportunidad para practicar la humildad,
sabiendo que esto agrada a nuestro Padre celestial. Filipenses 2:3 nos dice:
“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando
cada uno a los demás como superiores a él mismo”. Trata por todos los medios de
poner en práctica este principio.
No seas tardo en
perdonar. Es muy importante que, si es necesario, estés dispuesto a
perdonar pues Dios espera que nosotros perdonemos, así como él nos perdonó.
Efesios 4:32 dice: “Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos
unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.
restaurar TU
AMISTAD. Pregúntale: ¿Qué puedo hacer para restablecer nuestra mutua
confianza? Una vez obtengas la respuesta, haz todo lo posible por cumplir con
lo que se requiere.
Si queremos tener la bendición de un buen amigo, debemos estar dispuestos a
pagar el alto precio de enmendar la relación cuando sea necesario. Ignorar el
problema puede parecer más fácil, pero a la larga perderíamos un valioso tesoro.
ORACION:
Padre santo, Hoy te doy gracias una vez más por la
oportunidad que me das de vivir y por el privilegio de tener amigos. Perdoname porque
por mi falta de tacto y mi inmadurez he perdido buenos amigos. Dame humildad
para saber reconocer mis errores y, por favor, ayudame a mantener una buena relación
con ellos. Dame sabiduria para resarcir los daños que he causado, porque yo sé
que es tu voluntad que yo haga todo lo posible por vivir en paz con todos, de
manera que pueda yo agradarte en todos los aspectos. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla