¿Estás esperando un milagro?
Génesis 1:1-5
“En el principio
creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las
tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre
la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la
luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz
Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día”.
¿Has pensado
alguna vez mientras contemplas un precioso día soleado con un cielo azul sin
una sola nube, que hubo un tiempo en el que sólo existía un inmenso espacio
vacío y sin forma, que había desorden
total y profundas tinieblas que lo cubrían todo?
Cuando ves un
árbol frondoso y lleno de deliciosas frutas, ¿acaso viene a tu mente que todo
comenzó de una pequeña semilla que estaba inerte enterrada en la tierra? ¿Has
pensado en ese bebé que surge a la vida después de nueve meses en la oscuridad
del vientre materno? Y por encima de todas estas maravillas, el más grande
milagro de la historia de la humanidad: la resurrección de Jesús, a quien Dios
levantó de la fría y oscura tumba para traer al mundo su luz redentora, como
dice Hebreos 13:20: “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro
Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno”.
Cuando el rey
Nabucodonosor mandó que los tres jóvenes judíos (Sadrac, Mesac y Abed-nego)
fueran echados al horno de fuego ardiendo por no adorar la estatua de oro
(Daniel capítulo 3), no había desde el punto de vista humano, la más minima
esperanza de que sobrevivieran. Sin embargo, el ángel de Jehová entró junto con
ellos al horno y los sacó completamente ilesos, y “ni siquiera olor de fuego
tenían”, dice Daniel 3:27. Cuando Daniel, injustamente, fue echado al foso de
los leones, todo parecía indicar que ese sería el final de su vida. Pero al día
siguiente, cuando el rey Darío se acercó al foso, y llamó a voces a Daniel,
éste pudo contestarle: “Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los
leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y
aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo” (Daniel 6:22).
La Biblia está llena de historias como éstas de hombres y mujeres que,
habiéndose encontrado en situaciones extremadamente difíciles, humanamente
imposibles de resolver, pusieron su confianza en Dios y al final salieron
triunfantes. Dios ha prometido estar con sus hijos siempre, cualesquiera fuesen
las circunstancias. Y él es fiel para cumplir lo que prometió, dice Hebreos
10:23. Y en Josué 21:45 la
Biblia dice: “No faltó palabra de todas las buenas promesas
que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió”.
¿Estás en medio
de una situación que parece no tener solución? ¿Te han dicho los médicos que tu
enfermedad o la enfermedad de un ser querido es incurable? Si es así, ¿estas
esperando que Dios haga un milagro? ¿Crees tú de todo corazón que Dios puede
cambiar las circunstancias negativas que te rodean y convertirlas en bendición
para tu vida?
Si Dios pudo
crear el universo entero de la nada, él puede tomar los espacios vacíos de tu
vida y crear algo maravilloso. Si el Señor pudo sanar leprosos, paralíticos,
ciegos y todo tipo de enfermos en aquellos tiempos, hoy puede sanar cualquier
enfermedad aunque para la ciencia no sea posible. Si Dios pudo levantar a su
Hijo de los muertos, puede también resolver la situación más difícil en la que
puedas encontrarte, “porque nada hay imposible para Dios”, dice Lucas 1:37.
Mantente en una
actitud de fe confiando plenamente en el poder y el amor de Dios. Descansa en
sus promesas, cree en ellas de todo corazón y espera en el Señor. Sigue el
consejo de David en el Salmo 37:5: “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en
él; y él hará”.
ORACIÓN:
Bendito Padre
celestial, ayúdame a confiar en ti plenamente. Por favor quita toda duda y
temor de mi mente y hazme ver claramente que tú puedes abrir caminos donde
parece que ha llegado el final. Entrego en tus manos mis necesidades, mis
problemas y mis cargas y espero en ti. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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