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miércoles, 26 de febrero de 2014

¿CONOCES EL PROPÓSITO DE DIOS EN TU VIDA?



Dios es un Dios de propósitos. Todo lo que Dios hace y lo que nos permite vivir responde a un propósito divino.

Algo que debemos aprender es preguntarnos en cada situación y tiempo que vivimos: ¿Qué propósito tiene Dios en esto? Aún lo que pueda parecer contrario o crítico para nosotros, Dios siempre tiene un propósito que quiere usar… para que aprendamos, para que recapacitemos, para que reflexionemos, para que nos arrepintamos, para que pidamos perdón, para que comprendamos, para que ayudemos, para que oremos, para que crezcamos, para que consolemos, para que vayamos mas a Él, para que corrijamos, para que nos transformemos, para que ampliemos nuestra visión, para que nos arrojemos, para que nos detengamos, para que crezca nuestra fe, para que mantengamos nuestra capacidad de asombro, para que recordemos que Dios hace milagros, para que veamos de qué estamos hechos, para que reconozcamos nuestras necesidades o fortalezas, para que lo veamos a Él, etc. etc.

Todo tiene un propósito que Dios quiere cumplir en nuestra vida.

Conocer el propósito de Dios nos sirve de mucho, porque entonces podemos ocuparnos, concentrarnos y enfocarnos en el desarrollo y cumplimiento de ese propósito.

2 Crónicas 9:1-12 narra el encuentro que tuvo la reina de Sabá con Salomón. Esta reina representa una visión externa de lo que es el Reino de Dios. Es decir, lo que otros buscan ver en alguien que dice vivir bajo la dirección de Dios.

Esta reina había oído la fama del Rey Salomón y queriendo comprobar por sí misma lo que se decía de Salomón, fue personalmente a ver a Salomón a su casa, y la Biblia dice que la reina quedó asombrada de lo que oyó y vio.

¿Qué fue lo que esta reina vio en Salomón y en su reino?

2 Crónicas 9:3-4
“Y viendo la reina de Sabá la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado, Y las viandas de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado de sus criados y los vestidos de ellos, sus maestresalas y sus vestidos, y la escalinata por donde subía a la casa de Jehová, se quedó asombrada”.

Cuando la reina vio todas estas cosas, dijo: “Bienaventurados tus hombres, y dichosos estos siervos tuyos…” La palabra bienaventurado, aquí significa: tener una posición firme, tener el favor de Dios delante de los hombres, una posición permanente, estar para quedarte.

Dios quiere eso en nosotros, Hebreos 3:5-6 dice: “Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir, pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza”.

Tu eres la casa de Dios, y su propósito en tu vida es encontrar: ¿Qué es lo que exhibes? ¿Cuál es tu testimonio? ¿Cuál es tu sabiduría? ¿Cuál es tu inteligencia? ¿Cuál es tu postura espiritual? ¿Cuáles son tus valores? ¿Cómo vives bajo la unción y la gracia de Dios? ¿Qué nivel de comunicación tienes con Dios? ¿Qué tan buena es la sincronización en todas las áreas y aspectos de tu vida?

El propósito de Dios es manifestar toda la grandeza de su gloria en su casa, pero recuerda que la casa eres tu.


“Gracia y Paz”

ORACIÓN



Padre Santo, te ruego me ayudes a vivir cada día en total comunión contigo, y que tu nombre sea honrado por medio de mi comportamiento. Desde hoy pongo ante ti mis planes futuros y te suplico que hagas en ellos tu voluntad, cueste lo que cueste. En el nombre de Jesús, Amén.

¿QUÉ ES VUESTRA VIDA?




Santiago 4:13-14
“¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece”.

Hace varios años, en la ciudad de Miami, Florida, sucedió un lamentable accidente en un centro comercial cuando un hombre de avanzada edad se disponía a estacionar su vehiculo. Por equivocación, en lugar de pisar el freno pisó el acelerador por lo cual el automóvil arremetió contra un banco en la acera en el que estaban sentadas dos mujeres jóvenes, una de las cuales tenía seis meses de embarazo. Fue tal el impacto que recibieron, que ambas murieron instantáneamente en el lugar del accidente.

Obviamente no es posible saber de que hablaban esas dos mujeres mientras conversaban sentadas en aquel banco, pero bien podríamos presumir que, siendo jóvenes, estuvieran hablando de sus planes para el futuro. Quizás la que estaba embarazada se gozaba compartiendo sus ilusiones en relación al próximo nacimiento de su bebé; tal vez lo imaginaba creciendo, dando sus primeros pasos, yendo a la escuela por primera vez. En fin, allí estaba ella disfrutando mentalmente las imágenes de un lindo futuro que es el anhelo de tantos hombres y mujeres jóvenes que han comenzado a establecer una familia. Pero ¿quién pudo haber imaginado que en una fracción de segundo todos esos sueños e ilusiones quedarían destrozados bajo las ruedas de un automóvil salido de la nada?

Claro que accidentes como este no suceden con mucha frecuencia, pero no hay duda de que es un recordatorio de lo frágil y efímera que es la vida. ¡Cuánta verdad encierran las palabras del apóstol Santiago en el pasaje de hoy! “Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece”. Día tras día escuchamos, leemos en los periódicos o vemos en la televisión noticias relativas a muertes repentinas, causadas ya sea por algún accidente automovilístico, o por un tornado u otro fenómeno natural, o por un incendio, o un tiroteo que algún loco llevó a cabo inesperadamente en algún lugar público, o quizás producto de un fulminante ataque al corazón. ¡De tantas y tantas maneras puede una vida humana terminar en un segundo de manera inesperada!

Pero aún en aquellas personas cuyas vidas transcurrieron sin ser afectadas por ninguno de estos eventos, y llegaron a vivir, digamos, 80 ó 90 ó más años, si comparamos ese número de años con la eternidad, todavía podemos decir como Job: “Acuérdate que mi vida es un soplo” (Job 7:7a). De esta manera lo expresó Moisés en el Salmo 90 dirigiéndose a Dios: “Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó, y como una de las vigilias de la noche. Los arrebatas como con torrente de aguas; son como sueño, como la hierba que crece en la mañana. En la mañana florece y crece; a la tarde es cortada, y se seca”.

Todo esto nos revela la incertidumbre y la fragilidad de la vida. Cuando somos concebidos en el vientre materno, y nacemos, todos saben que ha comenzado una vida. A partir de ese momento, ¿qué va a pasar? ¿Cómo, cuándo o de qué manera va a terminar esa vida? Nadie lo sabe. El pasaje de hoy lo afirma cuando dice: “No sabéis lo que será mañana”. Somos totalmente incapaces de conocer el mañana. Dios nos creó de esta manera precisamente para que dependiéramos de él. Mientras David meditaba sobre esto, oró a Dios diciendo: “Hazme saber, Jehová, mi fin, y cuánta sea la medida de mis días; sepa yo cuán frágil soy” (Salmo 39:4).

Medita en esta enseñanza. Piensa en lo frágil y efímera que es la vida y hazte el propósito de vivir cada día como si fuera el último, tratando de agradar a Dios cada segundo de ese día. Pon tus planes futuros en las manos del Señor y confía plenamente que él los llevará a feliz término conforme a su voluntad.

ORACIÓN:
Padre Santo, te ruego me ayudes a vivir cada día en total comunión contigo, y que tu nombre sea honrado por medio de mi comportamiento. Desde hoy pongo ante ti mis planes futuros y te suplico que hagas en ellos tu voluntad. En el nombre de Jesús, Amén.


“Gracia Y Paz”

Dios te Habla