Padre santo, te
ruego pongas en mi corazón un ferviente deseo de buscarte día tras día, de
adorarte, de obedecerte y de servirte. Que, ya sea cuando tu Hijo Jesucristo
venga de nuevo o cuando llegue mi momento de partir de este mundo, yo esté
totalmente preparado para ese maravilloso encuentro. En el nombre de Jesús,
Amén.
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jueves, 23 de enero de 2014
¿ESTÁS TU PREPARADO PARA LA VENIDA DEL SEÑOR?
Mateo 24:29-32
“E
inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se
oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo,
y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del
Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la
tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con
poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán
a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el
otro”
Por regla
general, cuando esperamos visita preparamos la casa lo mejor posible. Hacemos
una buena limpieza, organizamos, nos deshacemos de cosas que no necesitamos,
compramos artículos que hacen falta, etc. Todo con el fin de causar una buena
impresión a los visitantes. El Dios nos habla hoy de un evento de mucha mayor
magnitud y significado que una simple visita de familiares o amigos. Se refiere
a la segunda venida de Jesucristo. El Señor viene por su iglesia, sus ángeles
“juntarán a sus escogidos” y Jesús nos llevará a vivir con él por toda la
eternidad (Amen!). Al igual que nos preparamos para las visitas que esperamos,
debemos prepararnos para esa maravillosa visita divina que significará el fin
de todos los sufrimientos y aflicciones, y “ya no habrá muerte, ni habrá más
llanto, ni clamor, ni dolor” (Apocalipsis 21:4).
Ciertamente
queremos causar una buena impresión al Señor, y que a él le agrade lo que
encuentre al llegar. La diferencia en relación a otras visitas consiste en que
no sabemos exactamente cuando llegará Jesucristo. “Del día y la hora nadie
sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre”, les dijo Jesús a
sus discípulos (Mateo 24:36). Entonces les dio este sabio consejo: “Velad,
pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto,
que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir,
velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad
preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis” (Mateo
24:42-44).
La llegada del
Señor está cerca. Las señales que vemos a diario así lo indican. Cuando sus
discípulos le preguntaron: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá
de tu venida, y del fin del siglo?”, Jesús les respondió: “Mirad que nadie os
engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a
muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os
turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin.
Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes,
y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de
dolores” (Mateo 24:3-8).
Cuando una mujer
va a dar a luz hay un “principio de dolores”, y a medida que se acerca el
momento del parto, los dolores y las contracciones se intensifican y se hacen
cada vez más frecuentes. Estas señales indican que está próxima la llegada de
la criatura. Sin duda ha habido siempre guerras, y pestes, y hambres y terremotos.
Pero la frecuencia y la intensidad con que han estado sucediendo en los últimos
años estos fenómenos, nos indican que estas son las señales a las que Jesús se
refirió, como preámbulo a su regreso. También vemos como, cada vez con más
frecuencia, aparecen hombres proclamándose a sí mismos como profetas, apóstoles,
o la reencarnación del apóstol Pablo e incluso afirman ser el mismo Cristo.
Debemos velar,
debemos estar atentos, debemos estar preparados como si fuera mañana el día en
que Jesús va a llegar. No queremos que nos suceda como a las cinco vírgenes
insensatas que no prepararon sus lámparas con aceite y se quedaron fuera de las
bodas. Queremos ser como las cinco prudentes que tomaron sus lámparas y las
prepararon con suficiente aceite, y cuando llegó el esposo, entraron con él y
disfrutaron de las bodas (Mateo 25:1-13).
ORACIÓN:
Padre santo, te
ruego pongas en mi corazón un ferviente deseo de buscarte día tras día, de
adorarte, de obedecerte y de servirte. Que, ya sea cuando tu Hijo Jesucristo
venga de nuevo o cuando llegue mi momento de partir de este mundo, yo esté
totalmente preparado para ese maravilloso encuentro. En el nombre de Jesús,
Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla