Padre santo, gracias
por todo lo recibo de ti sin merecerlo; perdóname por los celos, la contienda,
la ambición personal y la soberbia que aún tengo en mi vida, perdóname si por causa
de estos defectos he actuado con soberbia y altivez lastimando a otros y dando
muy mal testimonio de Cristo; por favor dame la sabiduría que es de lo alto y
la inteligencia espiritual para discernir tu voluntad en mi vida y actuar
siempre en obediencia a tus principios, y no de acuerdo a mis pasiones y
deseos. En el nombre de Jesús, Amén.
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viernes, 29 de noviembre de 2013
¿CREES TÚ QUE ACTÚAS CON SABIDURÍA?
Santiago 3:13–18
“¿Quién es sabio
y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia
mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no
os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que
desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos
y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que
es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de
misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de
justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz”.
En el verano de
1986, dos barcos chocaron en el Mar Negro del lado de la costa de Rusia,
arrojando cientos de pasajeros a las heladas aguas y causando una trágica
pérdida de vidas humanas. La noticia del desastre fue más lamentable aun cuando
una investigación reveló que el accidente fue causado por terquedad humana. Los
dos capitanes estaban concientes de la presencia del otro barco, y ambos
pudieron haber cambiado el rumbo para prevenir el choque. Pero ninguno quiso
ceder. Cuando se dieron cuenta del error de sus acciones, fue demasiado tarde.
¿Cómo es posible que, sabiendo ambos las posibles consecuencias de su terca
actitud, continuaran el rumbo que finalmente los llevó a tan terrible tragedia?
La respuesta a
esta pregunta la encontramos en el pasaje de hoy. Según el apóstol Santiago, la
buena conducta es reflejo de sabiduría “que desciende de lo alto”. La actitud
de los dos capitanes de la historia evidentemente no fue guiada por sabiduría
de lo alto, sino lo que dio lugar a su comportamiento fue sabiduría “terrenal,
animal, diabólica”. La raíz del problema está en el corazón. Dice el texto
bíblico que “donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra
perversa”. Los celos y los sentimientos de contienda o ambición personal en el
corazón, generalmente dan lugar a la soberbia, y ésta a la terquedad
característica del tipo de actitud que mostraron los capitanes de los dos
barcos. Asimismo, la ambición personal y la soberbia condujeron a que Lucifer
cayera del cielo, porque quiso ser “semejante al Altísimo” (Isaías 14:14), y a
que Adán y Eva cayeran en pecado en el huerto del Edén, cuando la serpiente
sedujo a la mujer diciéndole: “Seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”
(Génesis 3:5).
La soberbia nos
separa de Dios, y crea una barrera que nos impide disfrutar de su gracia, de su
amor y de todas sus bendiciones. “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a
los humildes”, dice Santiago 4:6. Tenemos el caso del rey Saúl, el cual después
que desobedeció las órdenes que Dios le había dado con el fin de castigar a Amalec
y su pueblo, fue confrontado por el profeta Samuel (1 Samuel 15). Pero Saúl se
mantuvo en actitud arrogante tratando de justificar su comportamiento, en vez
de reconocer su error humildemente. Resultado: fue desechado por Dios, y
quitado del trono de Israel. Aquí se cumplió lo que dice Proverbios 16:18:
“Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de
espíritu.”
¿Cómo podemos
impedir que los celos, la contienda, la ambición personal y la soberbia den
lugar a situaciones trágicas en nuestras vidas? Debemos recurrir a “la
sabiduría que es de lo alto”, la cual, dice el pasaje de hoy, “es primeramente
pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos
frutos, sin incertidumbre ni hipocresía”. Eso dará lugar a un estado de paz y
armonía en nuestros corazones, no de guerra y destrucción. Y podremos actuar
como sabios y entendidos.
Lee la Biblia y busca el rostro
del Señor en oración día tras día, y pídele que te dé sabiduría de lo alto, y
él te la dará abundantemente. Así dice Santiago al principio de su epístola: “Y
si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a
todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5).
ORACIÓN:
Padre santo, gracias
por todo lo recibo de ti sin merecerlo; perdóname por los celos, la contienda,
la ambición personal y la soberbia que aún tengo en mi vida, perdóname si por causa
de estos defectos he actuado con soberbia y altivez lastimando a otros y dando
muy mal testimonio de Cristo; por favor dame la sabiduría que es de lo alto y
la inteligencia espiritual para discernir tu voluntad en mi vida y actuar
siempre en obediencia a tus principios, y no de acuerdo a mis pasiones y
deseos. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
¿CREES QUE SALDRÁS IMPUNE PRACTICANDO EL PECADO?
Jeremías 16:17
“Porque mis ojos
están sobre todos sus caminos, los cuales no se me ocultaron, ni su maldad se
esconde de la presencia de mis ojos”.
Cada persona que
hace el mal, que peca contra Dios, siente en su corazón que va tener provecho, beneficio,
o ganancia de su pecado. Ese pensamiento es parte de la locura del pecado,
creer que uno saldrá impune, o que el castigo vale la pena por el placer que
proporciona el pecado.
El hecho de que
Dios nos mira cuando hacemos mal debe hacernos temblar. ¿Por qué? Porque Dios es
eternamente Santo, ama lo bueno, lo sincero, lo bondadoso y lo justo, y nos
dice claramente que no dejará que el pecado salga sin castigo. Es por eso que
Cristo murió en la cruz: sufrió el castigo que nuestros pecados merecían, de
manera que si ahora mismo nos arrepentimos de nuestra maldad y venimos a Él,
tenemos vida eterna por Él. ¿Dejarás que Jesús sea tu salvador? ¿Recibirás La Vida Eterna por Él?
R. G. Lee, un ministro
de los años pasados, predicó un sermón con el título, “DIA DE PAGO”. Aquel día
vendrá, tarde o temprano, y nosotros estaremos allí. Así es, EL DIA DE PAGO
VIENE. “Porque mis ojos están sobre todos sus caminos, los cuales no se me
ocultaron, ni su maldad se esconde de la presencia de mis ojos”.
Recuerda: EL DIA
DE PAGO VENDRÁ.
“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día