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jueves, 25 de julio de 2013

¿AUN ERES ESCLAVO DEL PECADO?



Para vivir en libertad espiritual, en salud emocional, en limpieza, en pureza, en plenitud, necesitas dejar algunas cosas o incluso personas que te están haciendo daño, pero no puedes. Aquí vamos a analizarlo con esta reflexión.

En la Biblia hay una interesante historia acerca de la esclavitud del pueblo de Israel, en el país extranjero de Egipto. En un principio fueron bienvenidos porque José, un israelita, era gobernante de Egipto, pero luego se multiplicaron y el faraón de ese entonces los esclavizó.

Para liberar a Israel, Dios envió a Moisés al Faraón para que hiciera la petición de que dejara salir a los israelitas, y por 9 veces el Faraón se negó a dejarlos ir aún cuando eso significaba recibir plagas. Una de esas plagas fueron las ranas. Había ranas hasta en el palacio, por todos los ríos, las casas, las cocinas. Moisés le preguntó al Faraón que ¿cuando quería que se fueran las ranas?, ya que lo había llamado porque no aguantaba más esa plaga, a lo que el Faraón respondió: -"Mañana"-.

¿Puedes creerlo? "Mañana", dijo el Faraón. Esas asquerosas ranas estaban hasta en la comida, ¿cómo podía desearlas un segundo más? Esas ranas representan las cosas malas, el pecado, aquello que nos hace daño sin embargo no estamos listos para dejarlo ir.

Cuando Dios viene a nuestras vidas y su Espíritu Santo nos pide que dejemos eso, en lugar de decirle: -Sí, por favor, límpiame ya, no quiero seguir con este pecado-, le decimos: Espérate un tantito hasta mañana y me limpias, es que es placentero... Sabes que está mal, pero te has vuelto esclavo de eso y no es tan fácil deshacerse de él.

Como un buen padre, Dios permite que vivamos las consecuencias cuando pecamos, aún cuando nos perdona. Si dejamos de hacer lo malo, las consecuencias serán menores, pero si nos empeñamos en el mal, cosecharemos mal. La Biblia dice que el hedor era insoportable de las ranas que murieron y que la gente se apilaba desesperada. Las consecuencias de las cosas hechas sin cuidado pueden alcanzar a otros que nosotros no queríamos que las sufrieran, tal vez algún familiar, personas en el trabajo, los hermanos de la Congregación, etc.

Dios nos ayude a vivir en libertad espiritual, que nos perdone de nuestros pecados y nos limpie. Cuanto antes será mejor para nosotros. Tú puedes hacerlo con la fuerza que Jesús te da, pídele ayuda y Él te la dará.

“Gracia y Paz”



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