Si te interesan los temas de salud, te proponemos esta pagina:

martes, 23 de julio de 2013

DIOS PERDONA Y RESTAURA, ÉL TE DA UNA NUEVA OPORTUNIDAD



Jonás era una persona como tú y como yo, con la diferencia que él era un profeta y Dios le había ordenado que fuera a la ciudad de Nínive a decirle a la población que se arrepintiera de sus pecados delante de Dios, porque si no lo hacían serían destruidos en 40 días. Jonás no hizo caso y tomó un barco a rumbo a Tarsis y allí se lo tragó el pez sin provocarle daño.

Como todos sabemos, la obediencia trae bendición y la desobediencia trae consecuencias. Jonás con su actitud rebelde casi provoca que mueran muchas personas en el barco, porque hubo una tempestad que amenazaba con voltearlo, perdiendo alimentos y demás cosas para aligerar la carga y no morir. Finalmente la tripulación del barco tiró a quien les estaba causando el problema: a Jonás. Cuando somos desobedientes no solo sufrimos las consecuencias nosotros, sino también nuestra familia y nuestro trabajo.

Estar 3 días dentro de un pez no debe ser nada agradable, baba por todos lados, humedad, hambre, miedo a morir, mareos, ser lanzado de un lado a otro al moverse el pez, etc. Cuando no obedecemos lo que Dios nos manda sucede lo mismo: sentimos miedo, vamos de un problema a otro sin solución, las condiciones que sufrimos siempre serán difíciles; pero Dios no quiere que perezcamos, lo que quiere es enseñarnos a vivir.

Después de 3 días que Jonás estuvo dentro del Gran Pez y habiéndose arrepentido, el pez lo expulso cerca de la playa y fue así como Jonás, ahora sí, luego de darse un buen baño, salió a Nínive a hacer lo que Dios le había encomendado. La Palabra de Dios dice que si permanecemos cumpliendo su Palabra, podremos pedir todo lo que queramos y será hecho conforme a su voluntad.

Tu tal vez has hecho muchas peticiones y aún no han sido contestadas, pero Dios siempre va a contestar en el tiempo perfecto de Él, siempre y cuando hayas sido obediente en guardar sus mandamientos y vivir una vida íntegra y limpia.

Si Jonás tuvo una segunda oportunidad de vivir y cumplir el propósito de Dios, tú también la tienes, no importa lo que hayas hecho ni por cuánto tiempo. Confiésale tus pecados a Dios y pídele perdón. Dile que quieres comenzar de nuevo, que te de otra oportunidad. La Biblia dice que sus misericordias son nuevas cada mañana.

El fin de la historia de Jonás fue que Dios perdonó a la gente de esa ciudad porque se arrepintieron, y no los destruyó.

Hoy tienes una segunda oportunidad, Dios te perdona y te restaura. Ser obediente.


“Gracia y Paz”


Le invito a que visite la Pagina:



¿QUÉ NOS ENSEÑA JONÁS?


Salmo 139:1-10
“Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, Y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; Alto es, no lo puedo comprender. ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra”.

Cuando consideramos la omnisciencia y la omnipresencia de Dios, es fácil sorprendernos de que haya cristianos que traten de huir de Él. Jonás demostró, sin duda, que eso no puede hacerse, pero muchos siguen intentándolo. ¿Por qué?

A veces, las personas que tratan de huir de Dios están actuando por pura soberbia —parece que creemos saber lo que es mejor para nosotros, sin importar lo que Dios piense o diga. A veces, nos negamos rotundamente a obedecer por temor: nos da miedo fracasar; nos preocupa que los demás puedan criticar nuestros esfuerzos; o quizás tememos que la obediencia pueda ser demasiado costosa. Pero, no importa la razón, muchas veces no somos capaces de reconocer lo costoso que resulta rechazar al Señor y tratar de huir de Él.

Jonás pagó un alto precio por su rebeldía. No solo experimentó la vergüenza, el terror y el sentimiento de culpabilidad, sino que además puso en peligro la vida de hombres inocentes. No se puede huir del Señor sin provocar un duro castigo a personas inocentes.

Cuántos padres y cuántas madres abandonan a sus hijos, y dicen: “Puedo hacer lo que yo quiera. Es mi vida”. No, no es así. No se puede dejar a los hijos sin padre o madre, y no cosechar dolor y sufrimiento durante toda la vida. Ni tampoco se puede pecar contra el Señor sin pagar un precio terrible y herir a otros al hacerlo.

Gálatas 6:7
“No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”.


“Gracia y Paz”

Meditación Diaria

Le invito a que visite la Pagina:

“Nosotros le amamos á él, porque él nos amó primero”



1 Juan 4:19
“Nosotros le amamos á él, porque él nos amó primero”.

En nuestro estado original, antes de haber sido rescatados, vivíamos conforme nos dictaba el mundo, no queríamos amar a Dios, simplemente porque nosotros queríamos manejar nuestras vidas a nuestro parecer, y hacer lo que se nos pegara en gana, sin leyes, sin consejos, sin restricciones de ninguna clase. Vivíamos conforme al credo del mundo.

Esta norma o costumbre de amor propio es la raíz de todos los pecados, lo que trae como consecuencia el sufrimiento y todos los problemas que padece la humanidad. En éste estado, asidos a nuestros ídolos y pecados, Dios, en su infinito amor, nos envió a su Hijo Jesucristo para rescatarnos de semejante condición de miseria y de sus consecuencias eternas. Fue Él, quien primeramente nos amó, y nos buscó, para sacarnos de tal estado miserable.

¿Cómo no vamos a ser conmovidos por el amor que Jesús manifestó en la cruz de Calvario? ¿Cómo  no podremos adorar, honrar, y amar al que nos amó y se entregó por nosotros?

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día


Le invito a que visite la Pagina:


¿TE LIMITAS A OIR SOLAMENTE?



Santiago 1:22-25
“Sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace”.

Todos estamos muy concientes de la importancia que tiene el que nos escuchen bien cuando queremos dar una orden o transmitir alguna instrucción. Lo vemos, por ejemplo, en la relación entre una madre y su hijo adolescente. Frecuentemente se escuchan estas exclamaciones: “¿Me estás escuchando?” “¿No oíste lo que te dije?” “¿Estás entendiendo bien?” En lo más profundo de nuestro ser sentimos la necesidad de que nos escuchen atentamente. Los padres, en particular, acentuamos esta importancia. También los maestros, los médicos, los pastores y en general cualquier persona que tiene la responsabilidad de enseñar o dirigir.

La razón es sencilla: si no nos oyen, nuestras instrucciones no pueden ser seguidas. O sea, el primer paso para ejecutar una orden es oírla. Para poner en práctica una enseñanza es imprescindible haberla escuchado antes y haberla entendido. En más de una ocasión, al dirigirse a la multitud, Jesús advirtió: “El que tiene oídos para oír, oiga”. Es decir: “Todo el que puede oír, escuche atentamente”. Lamentablemente muchas veces, no obstante de que oímos las instrucciones o las advertencias, no somos capaces de prestar atención a lo que realmente se nos dice. Nuestros propios intereses nos alejan de esas instrucciones hacia nuestros deseos, e inconcientemente creamos una pared mental que nos impide recibir el mensaje con claridad.

Pero hay algo más. Aún cuando logremos escuchar y entender las instrucciones, muchas veces nos detenemos en ese punto. Hay, en ocasiones, un abismo inmenso entre el oír y el hacer. Cualquiera sea la razón, tenemos que estar concientes de que para Dios es tan importante que escuchemos sus instrucciones como que las llevemos a la práctica. Por ejemplo, en Mateo 21:28-31, Jesús cuenta esta parábola: “Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero”. Esta parábola nos enseña la importancia de hacer la voluntad del Padre, aunque al principio hayamos pensado hacer lo contrario. Esto es mucho mejor ante los ojos de Dios que mostrar disposición a obedecer, pero finalmente llevar a cabo nuestra propia voluntad.

La Biblia dice en Romanos 10:17: “La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. Es sumamente importante leer y escuchar la palabra de Dios, pues nuestra fe se fortalece cuando conocemos al Señor íntimamente. Y cuando dedicamos tiempo a la oración cada día de nuestras vidas, profundizamos más en esta relación con Dios, llegamos a conocer su voluntad, la fe se fortalece aun más y entonces nos resulta mucho más fácil obedecerle, pues el Señor nos da la motivación y la fuerza y el valor que necesitamos para seguir sus instrucciones. Así dice Filipenses 2:13: “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.

La Escritura de hoy nos exhorta a que no solamente oigamos las instrucciones de Dios sino que las obedezcamos. Entonces seremos bienaventurados. De lo contrario nos estamos engañando a nosotros mismos, y nos perderemos las bendiciones que el Señor tiene preparadas para nosotros.

No te limites a oír la Palabra de Dios, sino también haz lo que ella dice. Busca discernimiento espiritual para oír bien las instrucciones y entenderlas, y fortalece tu fe para llevarlas a cabo leyendo diariamente la Biblia, meditando en sus enseñanzas y dedicando un tiempo a la oración.

ORACIÓN:
Padre santo, alabado y glorificado sea tu nombre. Te ruego, Señor, que afines mi oído espiritual para poder escuchar y entender con claridad tus instrucciones, y dame la fuerza y el valor para llevarlas a la práctica de manera que tu nombre sea glorificado en mi vida. En el nombre de Jesucristo, Amén.


“Gracia y Paz”
Dios te Habla


Le invito a que visite la Pagina: