Si te interesan los temas de salud, te proponemos esta pagina:

jueves, 27 de junio de 2013

¿PUEDES VER MÁS ALLÁ DE LAS CIRCUNSTANCIAS?


2 Reyes 6:15-17
“Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos? El le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Señor, que abras sus ojos para que vea. Entonces el Señor abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo”.

En nuestras vidas encontramos muchas situaciones que tienden a debilitar nuestra fe. Las presiones y las ansiedades sobrecargan nuestras mentes y no permiten que podamos ver las cosas que Dios está haciendo. Una de las metas del enemigo es lograr que el hombre se concentre en las dificultades que le rodean. Es fácil ver los problemas, pero sólo los que confían en Dios pueden ver la solución detrás de los problemas, y sentir la paz del Señor.

El pasaje de hoy nos narra acerca de una difícil situación en la que se encontraba el profeta Eliseo. El rey de Siria, que estaba en guerra con Israel, había mandado a prenderlo y su gran ejército con sus carros y gente a caballo tenía rodeada la ciudad de Dotán donde estaba el profeta. No parecía que hubiese escapatoria alguna, sin embargo, Eliseo pudo ver más allá de las circunstancias, y estaba tranquilo y confiado. Con sus ojos espirituales fue capaz de ver lo que su criado no podía ver. Por eso lo calmó diciéndole: “No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos”. Entonces le pidió a Dios que abriera los ojos del criado, y este pudo ver lo que antes no veía. En medio de la difícil situación, Eliseo clamó a Dios y el Señor respondió a su clamor. Y el resultado final fue una victoria para el pueblo de Israel. En Jeremías 33:3 Dios nos dice: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” Esta promesa se cumple cada vez que clamamos al Señor con la absoluta confianza de que él está atento a nuestra necesidad, y tiene el poder para resolverla por grande que esta sea.

El apóstol Pablo estaba muy conciente de la importancia tan grande que tiene la visión espiritual en los creyentes, y en su carta a los Efesios les dice: “No ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos” (Efesios 1:16-18). A medida que nos acercamos más al Señor, buscando su rostro, leyendo su palabra y orando diariamente, la luz redentora de Cristo alumbrará los ojos de nuestro entendimiento y podremos ver cosas que antes no veíamos. Jesús les dijo a sus discípulos: "Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis. Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron" (Lucas 10:23-24). Este es el resultado de una vida de comunión con el Señor.

En una ocasión, el gran pintor inglés Joseph Turner se encontraba pintando uno de sus famosos paisajes, cuando se le acercó una mujer y le preguntó: “¿Por qué pone colores tan extravagantes en sus cuadros? Nunca veo nada así en la naturaleza”. “¿Y no le gustaría verlo, señora?” – le contestó él. Esa respuesta fue suficiente. Él era capaz de ver lo que ella no podía ver. De la misma forma, los que han creído y han aceptado a Jesucristo como Salvador, y son fieles a sus enseñanzas pueden ver muchas verdades espirituales que los incrédulos sencillamente no pueden reconocer. Cuando leas la Palabra de Dios, medita en ella, y pide al Señor, como el apóstol Pablo, que te “dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él”. Al igual que el salmista debemos siempre pedir a Dios: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley” (Salmo 119:18).

ORACIÓN:
Padre amado, ¡cuánto anhelo ver las cosas que tú tienes para mí! Por favor, dame espíritu de revelación y sabiduría, y abre mis ojos espirituales para que yo pueda ver tus maravillas aún en medio de las pruebas de esta vida, y pueda, por fe, vivir una vida de victoria. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla