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sábado, 25 de mayo de 2013

LA INTIMIDAD SEXUAL



Proverbios 5:18-19
“Sea bendito tu manantial, Y alégrate con la mujer de tu juventud, Como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, Y en su amor recréate siempre”.

La intimidad sexual es uno de los pilares más importantes para la supervivencia de un matrimonio. Es el regalo que Dios le obsequia a la pareja, el día de su boda. La intimidad sexual implica:

Entrega: La intimidad demanda rendición total, darse a sí mismo sin condición, es por eso que la verdadera intimidad sólo sucede como fruto del amor. Si hay una entrega parcial, se convierte en un simple acoplamiento físico.

Unidad: Cuando una pareja se une en la intimidad, hay entrega total de su cuerpo mente y espíritu. Los cuerpos se funden en uno solo, la mente y el espíritu se conectan, son dos seres que se vuelven uno.

Servicio: La intimidad no es un acto egoísta, no proporciona un deleite unilateral. Tiene como fin que uno se ponga al servicio del otro para complacerlo y si cada uno se fija este propósito, ambos lograrán que cada encuentro sea inolvidable.

Comunicación: Mientras más se conozcan, más placer podrán brindarse. Hable con su cónyuge de lo que quiere y necesita, madure en su comunicación a tal grado, que con sólo un roce, una mirada o un gesto, pueda entender lo que él o ella desea. Deje a un lado la fatiga del día y no ignore el preámbulo del halago mutuo.

Disfrute: La intimidad está diseñada para que ambos puedan gozarse el uno con el otro. Haga planes románticos, ponga en práctica la creatividad, póngase de acuerdo con su cónyuge en las cosas que se sienten cómodos, respeten los gustos de cada uno y evite imponer el suyo.

¿Quiere obtener una radiografía de su matrimonio? evalúe como está su intimidad sexual. Su respuesta será determinante para tomar las acciones necesarias para renovar las relaciones sexuales que como esposos tienen derecho.


¿Renovar la intimidad?

¿Quien dijo que a Dios no le interesaba su vida sexual? La mejor forma de mejorar o restaurar su intimidad es involucrando a Dios en ella. Para que Él pueda obrar, aleje de su vida todo lo que pueda estar contaminándola ó distorsionándola: pornografía, adulterio, revistas sensuales, admiración excesiva de personas de sexo opuesto y todo lo que pueda llevar a desvirtuar a su pareja o involucrar un tercero en su vida sexual. No deje que otros le digan cómo debe ser su sexualidad, experimente usted, para que junto con su pareja, disfruten de un estilo propio que los lleve a la plenitud.

Dios le dará el apoyo que necesita para que comience un nuevo descubrimiento de su intimidad. Déjelo a El trabajar en usted y en su cónyuge, ore para que le ayude a mantenerse alejado del pecado, para que renueve el deseo, la sensibilidad, la pasión, y le de estrategias para complacer a su cónyuge. El es su creador, lo conoce mejor de lo que usted se conoce y sabrá como hacerlo. Recuerde que Él fue quien tuvo la gran idea de la sexualidad, quien puso en su cuerpo la sensibilidad necesaria para el disfrute de una vida sexual sana y plena con su cónyuge.

Entréguese completamente en la intimidad, mientras más entregue más recibirá. No se concentre en obtener su propio placer, más bien trate de satisfacer al otro y se sorprenderá de los resultados.

La intimidad sexual vivida a plenitud previene al matrimonio de la infidelidad, la desdicha, la rutina y el divorcio.

2 Samuel 7:29
“Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y con tu bendición será bendita la casa de tu siervo para siempre”.


“Gracia y Paz”
Edificando Matrimonios
conforme el propósito de Dios

¿ESTAS VIVIENDO “UN MAR DE PROBLEMAS”?



Isaías 41:13
“Yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo”.

A veces en nuestra vida cristiana tropezamos o nos caemos, los cielos están nublados, sentimos dudas y depresión, y parece que estamos pasando por un “Mar de problemas”. Pero recuerda, Dios está en el trono, Jesús todavía es nuestro Salvador, y Dios te dice, “Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo”.

¿Por qué no le hablas ahora mismo?


“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día


¿SABES EL POR QUÉ DEL SACRIFICIO DE CRISTO?



Juan 1:19-29
“Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo. Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No. Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías. Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta? Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado. Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando. El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.”

Los judíos esperaban ansiosamente la llegada del Mesías. El problema consistía en que ellos esperaban a alguien que los librara del yugo del imperio romano. Sin embargo, el plan de Dios no contemplaba una liberación superficial y temporal. No estaba el Señor interesado en ofrecer a su pueblo simplemente la independencia de un gobierno opresor. Su intención era ofrecer al mundo libertad de la esclavitud del pecado y la condenación eterna. Juan el Bautista entendió perfectamente la misión del Mesías en la tierra. En el pasaje de hoy, él vio a Jesucristo acercándose, y declaró a todos en alta voz: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Las palabras de Juan describieron como el Señor llevaría a cabo el plan de salvación de Dios.

En el Antiguo Testamento, el sacrificio era parte esencial del plan de Dios. En el capitulo 4 del libro de Génesis vemos que Abel le ofreció a Dios, como ofrenda, la oveja mas gorda de su redil. Y a Dios le agradó esta ofrenda. En Exodo capitulo 12, Moisés ordenó a los israelitas que estaban esclavos en Egipto, que sacrificaran un cordero por familia, y que tomaran de la sangre del animal y untaran el dintel de la puerta de sus casas. De esta manera, el ángel de Jehová pasaría de largo esa noche, y no llegaría a herir al primogénito de la casa que estuviese marcada con la sangre. Y Levítico capitulo 16 describe como la Ley establecía que hubiese un día al año para la expiación de todos los pecados de Israel. Ese día, el sumo sacerdote ofrecería un sacrificio de sangre por toda la nación. En Malaquías 1:8, Dios advirtió a su pueblo que un animal enfermo era inaceptable. Los corderos que serían sacrificados debían ser perfectamente sanos y sin defecto alguno.

En el plan de salvación de Dios para la humanidad, aquel que seria sacrificado tenía que ser perfecto y sin pecado alguno. Solo Jesús, Dios mismo hecho carne, estaría calificado para ocupar ese lugar. Solamente la sangre de Jesucristo podría salvar al mundo de la condenación del pecado. Únicamente el Cordero de Dios podría pagar la deuda de los pecados de toda la humanidad. Así dice Romanos 6:23: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

De esta manera, Cristo de una sola vez y por siempre pagó por la expiación de todos los pecados del mundo, “y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.” (Hebreos 9:25-26).

Si tú has aceptado a Cristo como tu salvador, alaba a Dios y dale gracias por el regalo de la vida eterna por medio del sacrificio de su Hijo. Si no lo has hecho, reflexiona en esta enseñanza, y abre tu corazón al único que puede pagar por todos tus pecados y darte la entrada al cielo por toda la eternidad.

ORACIÓN:
Mi amante Padre celestial, no tengo palabras para agradecerte por el sacrificio de tu Hijo amado con el fin de pagar por todos mis pecados y los de toda la humanidad. Ayúdame, Señor, a estar conciente del valor extraordinario de su sangre derramada en la cruz. Te bendigo y te doy gracias en el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla