2 Samuel 4:4
“…Jonatán hijo de Saúl tenía un
hijo lisiado de los pies. Tenía cinco años de edad cuando llegó de Jezreel la
noticia de la muerte de Saúl y de Jonatán; su nodriza lo tomó y huyó, pero
mientras huía apresuradamente, se le cayó el niño y quedó cojo. Su nombre era
Mefi-boset”.
Mefiboset significa “el que quita
la vergüenza”. Para empezar diremos que Mefiboset nos tipifica a todos los
cristianos. Solo que hay que ver en qué etapa. Se marcan dos etapas: Primero la
del Mefiboset lisiado, luego la del Mefiboset restaurado.
Este hombre llegó a quedar
lisiado. De igual manera nuestras vidas llegaron a estar atrofiadas cuando
estábamos sin Cristo. La Biblia
habla de una “viejo hombre” (Efesios 4:22), cuando señala la manera vacía de
vivir que teníamos en su condición de pecadores, pero era la única vida que
teníamos. Así como la vida de aquel hombre que lo dejó caer la nodriza y
golpeándose los pies llegó a una condición de vida que podríamos llamar
“desgraciada”, de igual manera tanta caída, tanta frustración, tanta derrota de
una vida normal-natural nos dañó, y nos dejó también a nosotros de alguna
manera lisiados. Estoy hablando de nuestra condición delante de Dios. La vida
de un hombre puede estar tan bien físicamente, pero tan mal espiritualmente. De
igual forma podría darse el caso de alguien que esté físicamente torcido, pero
con un alma tan linda delante de Dios. Si el ser físico verdaderamente
manifestara la condición real del hombre, creo que quedaríamos asombrados.
Llegará el momento en que eso llegue a suceder, pero todavía no. Eso será en el
desenlace final de los tiempos.
Mefiboset no lo sabía, pero Dios
tenía un propósito para él. Cuando Jonatán, su padre, le pone nombre, quizá él
no lo sabía, pero ya le estaba dando un propósito definido en la vida. Cuando
lo nombró estaba diciendo acerca del él que se convertiría en aquel que “quita
la vergüenza”. Dios también tiene propósito para tu vida, amado hermano. Para
Mefiboset, Dios tenía un destino ya trazado. Dios quería que Mefiboset llegara
a ser a la manera de un “redentor” para la casa en medio de la cual estaba
naciendo. De igual forma, aunque tu mismo no lo sabías, Dios también ha
determinado que tu seas a la manera de un “redentor” también en medio de tu
casa, de tu familia, de tu trabajo, del círculo social en el cual te
desenvuelves. Tu has sido elegido por Dios para “quitar la vergüenza” en cada
una de esas esferas.
Nadie escoge en qué familia
nacer, en qué lugar nacer, qué padres tener. Dios eligió por todos y cada uno
de nosotros, Él sabe por qué y para qué, nacimos en el tiempo, lugar y familia
en que nacimos. Nadie eligió llevar el apellido que lleva, o los rasgos físicos
con que nació debido a la herencia genética. Nadie escogió su casa paterna.
Dios tenía un propósito para con la casa en donde se nos permitió nacer. Quizá
sea una familia muy religiosa, quizá sea una familia muy problemática o llena
de vicios, de pecado, una familia no muy buena. Pero Dios nos mandó allí porque
habría de llamarnos, levantarnos, redimirnos y usarnos para salvación de todos
ellos, así como para la gloria suya. Si tu eres el primer “cristiano” en tu
familia, es porque Dios tenía ya tenia ese propósito para ti, Dios quiso
levantarte como luminar en medio de las tinieblas en que esa familia se
encontraba. Dios quiere cambiar la historia de esa familia, quiere cambiar el
destino eterno de sus integrantes, Dios quiere salvar a cada uno de sus
miembros.
Si tu fuiste el primer creyente,
pues allí está el propósito de Dios al hacerte nacer allí en donde naciste. Por
alguien empieza Dios a salvar esa familia. Si tu fuiste el primero gózate, pues
como Mefiboset, también tu fuiste llamado y elegido por Dios para que seas el
que “quite la vergüenza”. Quizá por tu medio Dios alcance a padre, madre,
hermanos, hermanas, el tío, la tía, el sobrino, el primo… y lleguen a reconocer
a Cristo como Salvador y todo empezó por ti. Aleluya. Bendita misericordia de
Dios. Porque Dios te vio a ti y determinó que tu llegaras a ser el instrumento
por medio del cual se quitara el oprobio familiar delante de Dios. Aquella
trayectoria de “parranderos y jugadores” que cada descendiente tenía, contigo
se quebranta. Quizá aquella trayectoria de mujeriegos, quizá de prostitución,
quizá de ladrones, quizá de brujos… esas “maldiciones” que la familia está
arrastrando, allí contigo la historia cambia, y Dios te levantó para este fin.
¡Qué noble Su llamado, qué perfecta es Su obra!
Déjate usar por Dios, créele a
Dios y seguramente verás el cumplimiento de lo que hoy aquí te compartimos.
“Gracia y Paz”
Palabra de Miel