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domingo, 31 de marzo de 2013

FALSA DOCTRINA DE LA PROSPERIDAD



2 Pedro 2:3
“y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas…”

¿Por que hay tantas personas que concurren a “iglesias” donde se enseña la doctrina de la prosperidad y en ella ven resultados en su vida?

Simple, porque en estos lugares se aplican las mismas técnicas que en las empresas multinacionales para capacitar a su personal y obtener mejor rendimiento: ventas y éxito, como consecuencia de esta técnica llamada "Coaching".

En estas iglesias se le "motiva" a las personas a enfocarse en su vida, sus proyectos, sus sueños, etc. y constantemente la enseñanza se basa en solo palabras motivacionales: "tu puedes", "Dios te quiere dar", "tu eres un campeón", tu serás grande", "tu serás rico", etc. y se omite todo lo negativo o que pueda afectar la estabilidad emocional de la persona.

Es un "evangelio" enfocado en las necesidades de las personas, un "evangelio" centrado en el hombre... el pastor o predicador tiene que estar constantemente emitiendo positivismo, la persona tiene que salir de la reunión con sus oídos llenos de lo que vino a escuchar: "Que Dios la quiere bendecir", "que ya falta poco para que su sueño se realice", "que ella va a vencer", etc.

Es por esa razón que si este tipo de persona falta a 2 o 3 reuniones ya se siente “mal” (no porque se hayan alejado de Dios) sino porque dejo de recibir ese mensaje "positivista", y como la hacen vivir como en un "sueño mágico y perfecto", cuando se encuentra con la realidad de la vida, las dificultades, los problemas, y es entonces cuando aflora y queda en evidencia que su vida depende de que constantemente le estén levantando el "ego".

¿Que es el coaching? Según John Whitmore en su libro “Coaching”, uno de los padres del Coaching, Timothy Gallwey, fue el que empezó a referirse a que “El coaching consiste en liberar el POTENCIAL de las personas, para que puedan llevar su rendimiento al máximo. Consiste en ayudarlas a aprender en lugar de enseñarles”.

El concepto de coaching se originó en el deporte, de ahí la palabra coach o entrenador. En la práctica mucha gente lo asocia al entrenamiento, pero en este caso el coach desarrolla más un papel de acompañante. La tarea del coach no es la de resolver problemas, enseñar, asesorar, instruir o transmitir conocimientos; consiste en ser una caja de resonancia, un facilitador, un catalizador de la conciencia.

Por todo ello podemos decir, que el Coaching es un proceso de cambio, de mejora, en el que un coachee o cliente, busca un coach para que le acompañe en ese proceso a modo de espejo, de facilitador pero en ningún caso dándole consejos o soluciones. Es el propio cliente el que busca las soluciones dentro de sí mismo. Esas iglesias dicen: nosotros no damos pescado a las personas, sino les enseñamos a pescar.

Como ya lo dijimos el término “coaching” en principio se asocia al tema deportivo y muchas personas equipararan un “Coach” con un “entrenador deportivo”. Sin embargo, entrenarse es practicar y desarrollar hábitos apropiados; esto es fundamental en el deporte y en la mayoría de las funciones profesionales. Ahora bien, lo que hace falta para progresar, no son solamente más hábitos y mera variabilidad, sino más habilidad, flexibilidad y capacidad de elección. En términos sencillos, el coaching sirve para ayudarte a conseguir lo mejor de lo que haces o de lo que deseas hacer, utilizando todas tus habilidades y recursos para ello.

Para avanzar en la vida, bien profesional o personalmente, no es lo que sabemos lo que cuenta, sino lo que hacemos con lo que sabemos y aquí es donde la figura de un Coach puede aportar muchísimo, pues, en lugar de centrarse en lo que no sabes, trabajará contigo para que apliques lo que ya sabes, lo pongas en acción e identifiques que más te hace falta para alcanzar tus objetivos o mejorar en algún aspecto".

En el proceso de coaching se parte de la premisa de que el coachee (quien recibe el coaching) es la persona misma que cuenta con la mayor y mejor información para resolver las situaciones a las que se enfrenta. En vez de enseñar, el entrenador facilita al pupilo a que aprenda de sí mismo. En este sentido, el proceso requiere básicamente de los siguientes pasos:

Observar. La observación será fundamental para que el entrenado encuentre soluciones. A través del posicionamiento en nuevos puntos de vista, y la observación de los paradigmas, creencias y conductas que se practican, el individuo podrá elegir entre nuevas alternativas que le apoyen a construir los resultados que busca.

Toma de conciencia. La observación permite la toma de conciencia, básicamente acerca de nuestro poder de elección. El entrenador centrará al pupilo en las elecciones que toma y las consecuencias que ellas crean, brindándole herramientas específicas para elegir con mayor efectividad y elegir conscientemente.

Determinación de objetivos. Es esencial para todo proceso de coaching, el contar con objetivos claramente definidos. Este será el paso crucial hacia la obtención de los mismos y servirá de guía para la toma de decisiones y acciones.

Actuar. Una vez reunida toda la información, hay que actuar de una forma sostenida en el tiempo. El entrenador acompañará de cerca este proceso superando las dificultades que suelen aparecer en la puesta en práctica.

Medir. En todo momento es imprescindible comprobar si nos acercamos o nos alejamos del objetivo marcado. Esto permitirá tomar acciones correctivas y así contribuir a la obtención de los logros buscados.

Acción comprometida. Todo proceso de coaching concluye con una acción comprometida alineada con el plan de acción establecida previamente entre el entrenador y el cliente. Motivar lo máximo posible a los oyentes.

A continuación un video que  muestra como estos "pastores" utilizan esta técnica



“Gracia y Paz”
Tiempos de Apostasía

¿QUÉ SIGNIFICA LA CRUZ?



Colosenses 2:13-15
“Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz".

En estos días recordamos el evento de mayor importancia en toda la historia del Cristianismo: la muerte de Jesús en la cruz del Calvario y su resurrección tres días después. Millones y millones de personas en todas partes del mundo, incrédulos o practicantes de otras religiones, ignoran la extraordinaria importancia de este acontecimiento. Pero, ¿qué significa para nosotros los cristianos el enorme sacrificio de Jesús? Esta fue la etapa final del plan de Dios para la salvación de la humanidad. Según nos dice este pasaje, Jesucristo logró varias cosas en la cruz del Calvario:

Primero: Pagó con su sangre por todos nuestros pecados, levantándonos de la muerte en que nos encontrábamos, y nos dio vida eterna. Correspondía a cada uno de nosotros hacer ese pago puesto que todos, sin excepción, somos pecadores. Así dice Romanos 3:23: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios". Además Romanos 6:23a dice que "la paga del pecado es muerte...” Es decir, como todos somos pecadores, todos merecemos la muerte eterna. Pero Dios, como un precioso regalo, ofreció a su Hijo con el fin de que en lugar de condenación tuviésemos vida eterna. Así concluye Romanos 6:23b: “…mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”.

Segundo: Dejó sin efecto el castigo que merecíamos por esos pecados, anulando el acta que declaraba nuestra muerte y clavándola en la cruz. El apóstol Pablo utiliza esta alegoría refiriéndose a una nota o documento firmado a mano por un deudor que reconoce la deuda. Algo similar a lo que llamamos “pagaré”. El sacrificio de Jesús anuló nuestra deuda y con ello eliminó la sentencia que pesaba sobre nosotros.

Tercero: Despojó a los principados y a las potestades. La palabra griega usada en el original se aplica al despojo de las armas y armaduras de un enemigo derrotado. En el Calvario, los principados y las potestades, los líderes y autoridades del ejército y del reino de Satanás fueron despojados de sus armas y de su autoridad, de manera que ahora no tienen ningún poder para derrotar a quienes han creído y aceptado el sacrificio de Cristo.

Pero eso no es todo; Pablo escribe que “los exhibió públicamente”. En aquellos tiempos, cuando un general romano volvía victorioso de una gran conquista, con frecuencia llevaba a cabo un desfile triunfal. El vencedor y su ejército desfilaban por las calles bordeadas por millares de personas que les aclamaban. Mientras los músicos tocaban sus instrumentos, carros y soldados transportaban los tesoros tomados al monarca vencido, y éste y sus generales eran conducidos encadenados, y su vergüenza era expuesta públicamente. Esto hizo Jesús con el diablo y sus demonios, “triunfando sobre ellos en la cruz”. El triunfo de Jesús en el Monte Calvario fue completo y terminante. No debe haber la más mínima duda al respecto.

En el plan de Dios, la cruz dejó de ser un instrumento de tortura y vergüenza para convertirse en su mayor victoria, y como Jesús ocupó nuestro lugar allí en la cruz es, por lo tanto, también nuestra victoria. Con la resurrección culminó la fase final del plan de salvación de Dios para un mundo que le había dado la espalda, según lo expresa la Biblia en Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

Si has creído en Jesucristo como tu Salvador personal, hoy puedes meditar en la cruz del Calvario sintiendo un profundo agradecimiento hacia él por lo que hizo por ti. Si aun no lo has hecho, y crees en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, confiesa con tu boca que Jesús es el Señor e invítale a entrar en tu vida. Entonces serás salvo, dice la Biblia en Romanos 10:9-10.

ORACIÓN
Padre celestial, gracias infinitas te doy por haber enviado a tu Hijo, a morir en la cruz por mí. Gracias por su resurrección. Ayúdame a corresponder con mi obediencia a ese acto magnánimo de amor y misericordia. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

25 COSAS POR LAS CUALES TIENES SOBREPESO Y QUÉ PUEDES CAMBIAR FÁCILMENTE.



Si has comenzado una rutina de ejercicios y estás eligiendo alimentos más sanos, muchas veces no puedes perder el sobrepeso de la manera que esperabas. Si bien hay un montón de otros logros saludables para celebrar, te preguntas qué será lo que no funciona. Una o varias de estas 25 cosas son culpables de que tu objetivo de pérdida de sobrepeso no resulte como tu quieres.

1. Comer en exceso alimentos saludables

Nueces, aguacate, pasta de trigo integral, aceite de oliva y chocolate negro son todos naturales y sanos, pero no están desprovistos de calorías. Aún hay que ver lo mucho que comemos de las cosas buenas. Por ejemplo, el aguacate ofrece muchos beneficios para la salud,  pero una fruta entera tiene aproximadamente más de 200 calorías. Averigua cuáles son los tamaños ideales de las porciones de tus alimentos saludables de acuerdo a tu dieta.

2. No desayunar.

Saltarse el desayuno puede parecer una buena manera de ahorrar calorías, pero en realidad tu cuerpo va a retener la grasa, ya que "piensa" que se está muriendo de hambre. Ten en cuenta que las personas que desayunan regularmente pierden más peso, así que asegúrate de tomar el desayuno cada mañana para poner en marcha tu metabolismo. No te limites a consumir escasamente, incluye la proteína para que tengas la energía sostenible y la fibra que te llenará durante horas.

3. Controlar las porciones.

Cuando se trata de una dieta equilibrada, sabemos que el control de las porciones es una de las claves del éxito. Mantén las tazas de medir y cucharas a la mano para asegurarte de que los tamaños de las porciones son adecuadas, y aprende a darle a tu cuerpo la señal de "estoy lleno" con el fin de ayudarte a soltar el tenedor cuando sea el momento adecuado y seguir adelante con tu día.

4. Comer de pie

Comer de pie en la nevera o sobre la mesada no es ahorrar tiempo y energía y puede llevar a comer sin sentido. Lo mejor es designar tiempo para refrigerios y comidas que se diferencian de otras actividades.

5. No dormir lo suficiente.

Usando el tiempo para los entrenamientos puede significar menos tiempo para dormir, pero es importante obtener suficiente horas de sueño, si estás tratando de perder peso, necesitas energía extra para continuar con tu rutina de ejercicios, y escatimar sueño puede afectar la capacidad del cuerpo de controlar su apetito: no dormir lo suficiente estimula las hormonas del apetito.

 6. Excederse en alimentos bajos en grasa.

Apostar por los alimentos con un contenido calórico inferior puede ser engañoso, ya que muchas veces están llenos de sodio extra, azúcar o aditivos químicos para compensar los ingredientes que la compañía ha eliminado o disminuido. No sólo son estas versiones ligeras menos nutritivas, sino que también terminan resultando "más ligeras", lo que conduce a comer más. Probablemente vas a terminar consumiendo más calorías de esta manera que comiendo algo con grasa normal.

7. No consumes suficientes verduras.

Comer cinco a siete porciones de frutas y verduras al día es importante para todos, pero los que  hacen dieta tienen más probabilidades de perder y mantener el peso, ya que una dieta rica en alimentos de origen vegetal ofrece una mayor variedad de nutrientes con menos calorías y toda la fibra que mantiene el cuerpo sintiéndose satisfecho por más tiempo.

8. Creer que pasear a tu perro es suficiente actividad.

Un paseo de 15 minutos es mejor que nada, pero no esperes a ver dramáticas pérdidas de peso. Hay que hacer por lo menos 30 minutos diarios de ejercicio para hacer bombear al corazón. Los ejercicios para quemar grasa y calorías incluyen correr, spinning, entrenamiento de intervalos, el senderismo y el entrenamiento en circuito.

9. No cortar la comida.

Algo tan simple como cortar hasta la cena puede ser de ayuda para evitar los problemas de comer en exceso. Cortar los alimentos en trozos pequeños puede parecer un poco infantil, pero los estudios demuestran que los seres humanos encuentran las porciones más pequeñas más satisfactorias y, como resultado, están satisfechos con menos.

10. Beber sodas y refrescos.

El refresco no ofrece ningún beneficio nutricional y seguir bebiendo está saboteando tus metas de pérdida de peso (incluso si sólo bebes soda de dieta). Los estudios han demostrado que las personas que tomaban dos refrescos de dieta por día o más tenían cinturas que eran 500 por ciento mayor que los no bebedores .

11. Tu pareja no está en el mismo camino saludable.

Si tu pareja está en una trayectoria similar puede ser de gran ayuda para tus objetivos de perder peso, pero si tu pareja no está a bordo, puede resultar este como uno de los factores más negativos para con tus objetivos e incluso tus intentos de modificar tu estilo de vida. No puedes esperar a perder peso si tu marido constantemente sugiere pedir comidas para llevar, quiere ir a tomar un helado, o te alienta a dormir en vez de ir al gimnasio. La comunicación y apoyo son esenciales en este estilo de vida y es un gran primer paso en la búsqueda de compromisos y responsabilidades (para los dos).

12. Ser adicto a los condimentos y aderezos.

Una ensalada es una de las más saludables comidas que puedas comer, pero cuando lo acompañas con trocitos de tocino, queso de cabra, nueces, frutos secos y aderezo ranch, puedes duplicar la cantidad de calorías en un instante. Debes ser consciente de la cantidad de calorías extras que añades a tu ensalada.

13. No beber agua.

Además de mantenerte hidratado, beber agua regularmente, de acuerdo con estudios recientes, puede ayudar a perder peso. Beber agua antes de las comidas ayuda a fomentar el control de porciones y comer alimentos que contienen una gran cantidad de agua (como frutas y verduras) te llenará más rápido, haciendo que comas menos. Un pequeño estudio encontró que incluso el agua fresca para beber puede acelerar el metabolismo y desalentar a los antojos de bebidas azucaradas como las gaseosas y jugos.

14. No tener tiempo para divertirte.

Dado que el estrés está demostrado que causa aumento de peso mediante la activación del cuerpo para comer más (especialmente alimentos altos en azúcar y grasa) asegúrate de tener tiempo para relajarte y descansar. Y es una ventaja añadida que las actividades divertidas para muchos (como el baile, las caminatas, o salir a correr) ya son naturales quemadores de calorías.

15. Estás a dieta. Bueno, algo así...

Si estás en un plan de dieta y ejercicio, no se puede hacer con poco entusiasmo y esperar a ver los resultados. Mantente comprometido con tu plan, y si no te sientes motivado, recuerda qué fue lo que te motivó a comenzar y escríbelo, recorta la hoja y pégala en un lugar donde puedas verlo muchas veces al día.

16. Salir a comer y muchos festejos.

Salir a tu restaurante favorito es una gran manera de relajarte, pero esto conlleva generalmente una gran comida completa con aperitivos, bebidas, alimentos fritos y postres. La cantidad de calorías también son un misterio, ya que muchos alimentos no están etiquetados. Si no quieres renunciar a tus salidas nocturnas, prueba a dividir una comida con un amigo, opciones de compra saludables como ensaladas, y el agua en lugar de vino.

17. No mantener un diario de alimentos

Escribir lo que comes es una forma esencial para controlar la ingesta calórica diaria. ¿No piensas que vale la pena el esfuerzo? Un estudio de la revista Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics encuestó a 123 mujeres y encontró que aquellos que fueron los más exitosos en la pérdida de peso supervisaron su ingesta de alimentos llevando un diario.

18. Hacer ejercicio con el estómago vacío.

Si regularmente haces ejercicio sin comer primero, deberías reconsiderar: cuando haces ejercicio con el estómago vacío, la investigación muestra que las calorías quemadas provienen del músculo, no de la grasa. Comer no sólo va a abastecer de combustible tu cuerpo, también ayuda a evitar la pérdida muscular tendrás más energía para tu entrenamiento.

19. Mucha cinta y poco fortalecimiento muscular.

Si vives en la cinta, pero nunca levantas una libra, entonces estás perdiendo una de las piezas más importantes del rompecabezas de fitness. El entrenamiento con pesas no sólo previene lesiones mediante el fortalecimiento de las articulaciones, sino que también aumenta la masa muscular y aumenta la tasa metabólica. Bonus: gracias a un metabolismo acelerado, seguirás quemando calorías incluso después de haberte quitado tus zapatillas de deporte.

20. Comer sin pensar.

Alinear la hora de comer con una pantalla como la computadora o el televisor puede afectar tus objetivos de pérdida de peso. Designar un momento especial para las comidas sin distracciones te ayudará a conectar con la comida y, como resultado, comer menos. A veces las personas no se dan cuenta de lo mucho que están comiendo cuando tu mente está en otra parte.

21. Usar ropas que son demasiado grandes.

Las ropas holgadas son cómodas, pero cubren el cuerpo y le permiten olvidarse de lo que parece, y esto puede trabajar en contra de tu motivación de ir gimnasio. En su lugar, optar por la ropa que tiene una silueta más apta para ayudar a darle un sentido a tu imagen corporal. O, mejor aún, empezar el día con tu equipo deportivo para inspirarte a hacer algo activo.

22. No comer lo suficiente.

Morir de hambre para ahorrar calorías para más tarde. No sólo va a estropear tu metabolismo también resultará contraproducente porque a la hora de la cena, esa sensación hambrienta, probablemente provoque que comas más de lo que sería si no te hubieras ahorrado la comida anterior. No sólo morirse de hambre no es sostenible para la pérdida de peso, sino también, limitándote a pequeñas porciones puede conducir a exceso de bocadillos entre comidas.

23. Omitir grupos enteros de alimentos.

Renunciar a grupos enteros de alimentos puede llevar a una deficiencia nutricional. En vez de, por ejemplo, la eliminación de todos los carbohidratos, te puedes centrar en los granos enteros y monitorear el control de las porciones.

24. Nunca disfrutas.

En una dieta saludable, comer un poco de papas fritas a la francesa o un pedazo de pastel de chocolate de vez en vez no va a arruinar tus objetivos de peso. Un estudio encontró que una variación diaria de hasta 600 calorías no se reflejará en su cintura, siempre y cuando mantenga una dieta saludable a largo plazo y un estilo de vida sano.

25. Comer poco saludable después del entrenamiento.

Una merienda después del entrenamiento es sólo eso, una merienda. Y a menos que sea la hora de comer, lo que come después de un entrenamiento promedio debe ser de alrededor de 150 calorías. Puesto que los alimentos saludables como frutas secas pueden ser altos en calorías, se debe controlar la cantidad y evitar los puntos anteriores al comer sin pensar.


SIEMPRE CONSULTA A TU MEDICO, para que mantengas tu cuerpo sano.

“¿o ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 corintios 6:19).

“…dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno” (Génesis 1:11-12).

“Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer” (Génesis 1:29).

“He aquí Yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré y les revelaré abundancia de paz y de verdad” (Jeremías 33:6),


“Gracia y Paz”
La Buena Salud al alcance de todos
Publicado por: Carlos Martínez M.
Fuente: Vida Lúcida

¡HA RESUCITADO!



Marcos 16:6
“No os asustéis; buscáis a Jesús Nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron”.

A lo largo de la historia, se han oído grandes proclamas declarando acontecimientos cruciales. Sin embargo, ninguna de aquellas ha sido tan transcendental, emotiva y jubilosa como la que expresa el autor del Evangelio de Marcos, cuando exclama: ¡Ha resucitado! He aquí el estruendoso grito de victoria que el Evangelio ha extendido por todas las partes de la tierra. En efecto, el mensaje de la cruz es al mismo tiempo, el mensaje de la resurrección (Hechos 1:22; 2:32).

La resurrección de Jesucristo constituye junto con la ascensión – que es su complemento – el sello de la aprobación del Padre sobre las afirmaciones y la obra expiatoria de su Hijo. Estos fueron los dos acontecimientos que pusieron fin a la vida terrenal del Salvador, que transformaron en exaltación su estado de humillación (Filipenses 2:5-11), y que marcaron el inicio de Su ministerio celestial. Por lo tanto, la resurrección de Cristo es el milagro más grande reseñado en la Biblia y en la historia.

Los cuatro evangelistas se esfuerzan por demostrar que Jesús resucitó corporalmente, que no era un fantasma y que era el mismo Cristo que había vivido en la tierra. Cuando analizamos la sección que trata de la pasión, especialmente en el libro de Marcos, nos damos cuenta de que a diferencia de otros períodos de la vida de Jesús, el evangelista narra esos días en un orden cronológico esmerado.

El período de la pasión es el más vivido y el más importante. Marcos, con su estilo conciso y sencillo, intensifica el valor de la narración y hace que uno se pregunte por qué tan maravillosa persona, con tremenda autoridad, tuvo que llegar a un trágico fin.

Dos respuestas a esta pregunta surgen en el mismo Evangelio. La primera es la declaración de Jesús, en Marcos 10:45, leemos: “Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”. La tragedia fue parte inevitable de su servicio a los hombres, y de la redención que realizara por ellos. La segunda respuesta se encuentra en la última sección de Marcos 16:1-3, que trata de la resurrección. El descubrimiento de la tumba vacía probó que algo inexplicable, desde un punto de vista natural, había acontecido en el huerto de José de Arimatea. El repentino terror de las mujeres demuestra que lo inesperado había acontecido y que, realmente, Jesús había resucitado.

Es conmovedora la escena de las mujeres encaminándose al sepulcro en la madrugada del primer día de la semana. Aquellas llevaban especias aromáticas, pues deseaban ungir el cuerpo de Jesús como tributo final de su amor hacia Él. Con la muerte del Maestro, se habían desvanecido sus más caras esperanzas. En su tristeza, ellas habían olvidado que el Señor había prometido que volvería a la vida después de su pasión y de su muerte.

A medida que se acercaban al sepulcro, surge la pregunta: “¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?” (Marcos 16:3). La preocupación de estas mujeres era legítima y válida, pues ellas estaban conscientes de que no podrían mover la piedra del sepulcro que era extremadamente pesada, “era muy grande” (Marcos 16:4). Esa toma de conciencia que manifestaron aquellas mujeres es digna de ser imitada. En efecto, cuántas piedras hay en los “sepulcros” de nuestro corazón, las cuales tratamos de quitar con nuestras propias fuerzas, y no reconocemos que si no hay una intervención divina. Al igual que estas mujeres, nos preocupamos a menudo por los grandes obstáculos en el camino de nuestra fe, sin contar con la ayuda de Cristo, actuando como si Él estuviera muerto.

El gran amor que sentían por el Señor llevó a aquellas mujeres al sepulcro, pero, cuando llegaron al lugar, las dificultades habían desaparecido: el Señor había resucitado. Ninguno de los cuatro evangelistas describe este maravilloso milagro, ni cuenta cómo Cristo salió del sepulcro. Mateo nos dice que hubo un gran terremoto. Al mismo tiempo que era sacudida la tierra, un ángel bajó del cielo e hizo rodar la piedra hacia un lado.

¿Por qué el ángel rodó la piedra? ¿Para que las mujeres entraran, o para que Jesús resucitara? El ángel no quitó la piedra para que Jesús pudiera salir, sino para demostrar que el sepulcro estaba vacío. De forma invisible, maravillosa y silenciosa, el cuerpo vivificado y transformado de Jesús ya había pasado a través de la piedra. ¡Gloria a Dios! Quienes buscan diligentemente a Cristo se percatarán de que las dificultades que se cruzan en su camino se desvanecen de un modo sorprendente, y que una mano invisible les ayuda más allá de lo que esperaban.

Al llegar a la tumba, las mujeres se sorprendieron al ver que la piedra ya había sido retirada de la entrada. Luego, cuando penetraron en el sepulcro, en lugar de encontrar el cuerpo de Jesús, vieron a un mensajero de Dios quien les dio testimonio que Jesús no estaba allí. Es interesante comprender las palabras del mensajero divino. Este les dijo: “buscáis a Jesús Nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado” (Marcos 16:6). Estas palabras encierran una verdad triple.

En primer lugar, se establece que quien estuvo en la tumba fue el mismo que realizó grandes milagros durante su ministerio terrenal. Por ende, el ángel le llama por su nombre, JESÚS EL NAZARENO.

En segundo lugar, aquel que estuvo en el sepulcro fue el mismo que había sido CRUCIFICADO, y por lo tanto, no se trataba de un impostor.

En tercer lugar, nos encontramos ante la declaración que constituye la base y el fundamento de nuestra fe, HA RESUCITADO.

Aquel descubrimiento era demasiado grande para aquellas mujeres. Se habían topado con algo sobrenatural que, por el momento, no parecía tener explicación. El mensaje de aquel ángel instó a las mujeres a realizar tres acciones. La primera, CREER, porque aunque todo aquello era sorprendente, el mensajero celestial les recordó la promesa del Señor, y les hizo ver que el sepulcro estaba vacío. La segunda acción es NO TEMER, en otras palabras, “alégrate, Cristo ha resucitado”. Y para terminar, COMUNICAR, “id, decid a sus discípulos” que ha resucitado de los muertos. ¡Ve a proclamar! Esta es la orden que recibe todo aquel que ha experimentado el poder de la resurrección.

La resurrección del Señor es el sello por excelencia que garantiza la victoria contundente del crucificado. El Hombre del calvario se ha constituido Rey y Señor de todas las cosas. Vemos estampado su sello de resucitado en todos los actos que están registrados en el Libro Sagrado.

Desde el testimonio de los profetas hasta la garantía de la resurrección de los creyentes, vemos la marca incomparable, inconfundible y legible del resucitado. La resurrección de Cristo es el sello del testimonio de los profetas que, con voz firme y carácter inquebrantable ante las adversidades de su tiempo, mantuvieron el mensaje que predecía esperanza a su pueblo. Ese testimonio lo reseñamos en el cántico del Siervo sufriente, que el profeta Isaías recoge en su libro diciendo: “Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada” (Isaías 53:10).

La resurrección de Cristo es el sello del testimonio que Jesús dio sobre sí mismo. Fueron varias las ocasiones cuando Jesús declaró por sus labios todo lo que iba a padecer. Esto se hace explícito cuando Cristo le dijo a sus discípulos que “le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho... y ser muerto, y resucitar al tercer día” (Mateo 16:21).

La resurrección de Cristo es el sello, el testimonio de que Jesús es el Hijo de Dios. El apóstol Pablo hace una de las declaraciones más hermosas al respecto. Así leemos en el libro de Romanos 1:3-4, “acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos”.

La resurrección de Cristo es el sello que garantiza la resurrección y la gloria del creyente. Es en Cristo y solamente en Él que el creyente puede alcanzar completa salvación. El apóstol Pablo fue inspirado por el Espíritu Santo para escribir en sus epístolas todas aquellas cosas que hemos alcanzado en Cristo. Unas ciento sesenta y cuatro veces utiliza el sintagma “en Cristo”. Cuando analizamos la estructura de cada una de sus cartas, nos damos cuenta de que el autor presenta: en Romanos, la JUSTIFICACIÓN en Cristo; en Corintios, la SANTIFICACIÓN en Cristo; en Gálatas, la LIBERTAD en Cristo; en Efesios, nuestra UNIÓN en Cristo; en Filipenses, el GOZO en Cristo; en Colosenses, la PLENITUD de Dios en Cristo; y, por último, en Tesalonicenses presenta la GLORIFICACIÓN en Cristo (1 Tesalonicenses 4:13-18).

La resurrección de Cristo es el fruto del grano de trigo que cayó en tierra. Fue “echado en tierra” gracias a su amor redentor en aquel día santo. Su tallo se abrió paso por la tierra en el día de la pascua, orientándose hacia el cielo. Su tallo dorado penetró los cielos en el día de la ascensión. Su espiga se llenó de multitud de granos en la era indicada por el día de Pentecostés. La muerte y resurrección de Cristo son la base de:

1.- La reconciliación con Dios de aquellos que antes eran enemigos: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida” (Romanos 5:10).

2.- La liberación del dominio del pecado en la vida del creyente: “Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:10,11).

3.- El Señorío de Cristo: “Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven” (Romanos 14:9).

4.- La obra intercesora de Cristo a la diestra del Padre: “Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:34).

La salvación que se consiguió en la cruz sólo puede estar a nuestra disposición por medio del mediador levantado y exaltado, y tan sólo por medio del Cordero manifestado en gloria se abren las puertas de la gracia para todos. La resurrección corporal significa que el redentor había vuelto a tomar plenitud de la naturaleza humana, inmortalizándola, transfigurándola y glorificándola en su propia persona, llegando a ser el “Postrer Adán”. Es necesario tener muy en cuenta que el sacrificio propiciatorio de Cristo sólo puede beneficiar al pecador culpable, dejando incólume la justicia de Dios si éste se halla unido con el Redentor Santo por medio del nuevo nacimiento. Es únicamente por este medio que el individuo puede ser renovado y que los redimidos pueden tener su existencia en Cristo, “que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos” (1 Pedro 1:3). En virtud del gran hecho (la resurrección), los salvos pueden experimentar aún ahora la potencia de su resurrección y andar en novedad de vida como resucitados con Él, ya que les ha sido dada “vida juntamente con Cristo” y pueden servirle como Dios vivo con eficacia vital (Efesios 2:5, Filipenses 3:10, Romanos 6:5-10).

La resurrección de Cristo es el hecho más firme y mejor atestiguado en toda la historia de la salvación. Por tanto, hoy ni vamos al sepulcro ni tampoco nos preocupa quién removerá la piedra. El mismo que resucitó ese mismo lo hará. Lo importante es responder al mensaje que recibieron aquellas mujeres; creyendo, alegrándonos y proclamando con toda convicción que ¡Él ha resucitado!

“Gracia y Paz”
Verdades Bíblicas

¡JESÚS HA RESUCITADO!



1 Corintios 15:20-23
“Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida”.

El Señor Jesús vive. Fue resucitado de los muertos y mora en el cielo, intercediendo por nosotros. Porque Él resucitó, podemos tener la confianza de que…

Nuestros pecados han sido perdonados. Jesús vino a este mundo para dar su vida en rescate por muchos (Mateo 20:28). Por su muerte en la cruz, la deuda por nuestros pecados ha sido pagada por completo. Los que le seguimos somos un pueblo perdonado.

El Señor está activamente involucrado en nuestras vidas. Jesús hizo muchas promesas a sus seguidores de todas las generaciones. Prometió que los que permanecen en Él y hacen su voluntad, darán mucho fruto para el reino de Dios, gozarán de bendiciones espirituales, y tendrán la guía del Espíritu Santo, quien mora en nosotros y que siempre está presente (Mateo 5:1-12; Juan 15:5).

Jesús habló varias veces sobre el poder de la oración para los que creen; por eso, tenemos la seguridad de que nuestras peticiones serán escuchadas y respondidas. Si nuestras súplicas están de acuerdo con la voluntad del Señor, recibiremos lo que hayamos pedido (1 Juan 5:14, 15).

Jesús prometió que prepararía un lugar para nosotros en el cielo, y que volvería un día para llevarnos a nuestro hogar eterno. Luego viviremos con Él para siempre. Podemos enfrentar cada día confiados, por conocer esta verdad.

Gracias a que el Señor ha hecho todo esto por nosotros, Él merece nuestra lealtad inquebrantable. Su vida y sus palabras deben servir de marco para nuestra visión del mundo. Debemos mantenernos firmes y honrar a nuestro Salvador resucitado, siguiéndole de todo corazón (1 Corintios 15:58).

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria