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lunes, 25 de marzo de 2013

¿ESTÁS SIRVIENDO AL SEÑOR?



Filipenses 2:5-11
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”.

Servir a Dios es el privilegio más grande que un ser humano puede llegar a tener. En el pasaje de hoy, el apóstol Pablo exhorta a los cristianos de la iglesia de Filipos a que sientan y actúen de la misma manera que lo hizo Cristo Jesús, el cual siendo igual a Dios, “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo”. Jesús se despojó de su gloria, de su majestad, de su divinidad para hacerse semejante a los hombres y servir. La palabra griega que se utiliza para definir “despojarse” literalmente significa “vaciar”. Es “sacar algo de un recipiente hasta que quede vacío”; es “derramar algo de tal manera que no quede nada”. Jesús renunció voluntariamente al poder, la paz, las riquezas y la gloria de la divinidad con el fin de hacerse hombre. Así afirma Pablo en su segunda carta a los corintios: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8:9).

Pero aun fue más allá Jesús. Dice este pasaje que tomó “forma de siervo”. La palabra griega usada aquí realmente significa “esclavo”. Este es el nivel más bajo al que podía llegar un hombre en aquellos tiempos. Y Jesús no lo tuvo en cuenta cuando “se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Jesús se despojó de la divinidad para asumir la humanidad. Y lo hizo con el fin de servir. Para obedecer y servir a Dios y para servirnos a nosotros dando su vida en nuestro lugar para que tuviéramos la salvación de nuestras almas. “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre”, nos dice el pasaje de hoy.

Imitar a Jesús debe ser nuestro principal objetivo en la vida, y lo primero que debemos hacer para lograrlo es despojarnos de toda actitud egoísta y revestirnos de un profundo deseo de servir a Dios y a aquellos que nos rodean. Servir trae paz y gozo al corazón, pues nos hace sentir en la misma presencia del Señor. Al referir la parábola de los talentos a sus discípulos, Jesús se refiere a uno de los siervos que obedeció y fue fiel a su señor de la siguiente manera: “Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:23). No se refiere exclusivamente al momento en que nos encontremos con Cristo en el cielo, sino que es una experiencia que podemos vivir en esta vida cuando somos fieles y servimos al Señor.

¿Sientes el llamado de Dios a servirle en algún ministerio? Pide al Señor en diaria oración que abra tus oídos espirituales y te permita escuchar su voluntad en tu vida. Entonces dispón tu corazón para servirle. Nunca te sientas incapaz de servir a tu Padre celestial, pues él no llama a los capacitados; él capacita a los llamados. Con toda seguridad vas a experimentar una paz y un gozo indescriptibles y el Señor te bendecirá abundantemente.

ORACIÓN:
Padre santo, te ruego me des discernimiento espiritual para percibir toda oportunidad de servirte que se presente delante de mí, y capacítame para hacerlo de manera que tu nombre sea glorificado. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

CÓMO LIBERARSE DE LA PREOCUPACIÓN ENFERMIZA



Mateo 6:25-34
“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”.

¿Qué es lo que más te preocupa a ti? ¿Tu salud, tu familia, o tal vez tus finanzas? Aunque la mayoría de los cristianos dicen confiar en el Padre celestial, muchos no dejan de angustiarse.

Es importante que distingamos entre preocupación enfermiza y preocupación legítima. Queremos, sin duda, ser conocidos como miembros confiables de la sociedad, lo cual implica tener un sentido de responsabilidad de modo que llevemos nuestra carga y corrijamos las cosas que necesitan ser enmendadas. Pero la preocupación enfermiza es más que eso; es un veneno que destruye nuestra confianza en Dios. ¿Qué podemos hacer en cuanto a la ansiedad?

Para comenzar, necesitamos estar conscientes de la diferencia que hay entre ser un creyente en Jesús y ser un seguidor de Jesús. Un creyente es alguien que ha puesto su fe en el Señor para salvación, y que ha recibido el regalo de la vida eterna. Un seguidor va más allá, y trata de conocer y obedecer a Dios.

Por medio de la Palabra de Dios, nosotros, como seguidores de Él, entendemos cada vez más su naturaleza y el cuidado que tiene de nosotros. Cuando lleguemos a estar plenamente convencidos de que nuestro Dios es tan benigno y misericordioso como la Biblia lo describe, con toda seguridad evitaremos caer en la angustia.

La Biblia enseña que Dios conoce todas nuestras necesidades y preocupaciones, pero aun así nos ordena que no nos angustiemos. ¿Te ordenaría Él hacer algo, sin darte la capacidad para hacerlo? ¡Por supuesto que no! El Señor quiere que tu confíes plenamente en Él y te des cuenta de que la angustia es inútil.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

¿YA TE DESHICISTE DE TU CARGA DE PECADO?



Lucas 11:41
“Empero de lo que os resta, dad limosna; y he aquí todo os será limpio”.

Los Fariseos eran muy hipócritas, y criticaban a los discípulos de Cristo por no lavarse las manos antes de sentarse a comer. Y eso no tendría nada de malo, porque a través del Antiguo Testamento Dios enseña mucho acerca de la purificación y limpieza. Además, lavarse las manos antes de comer es lo mas correcto. Pero el asunto es que los fariseos tenían tanta hipocresía y pecado en sus propia vidas, que resultaba ridículo que criticaran a cualquier otra persona. Sería tan ridículo como si tu mismo tuvieras mucha basura y suciedad en tu casa o jardín, y criticaras a tu vecino por unas cuantas hojas en su jardín.

En otras palabras, debes deshacerte de tu carga tremenda de pecado y suciedad al venir a Cristo, y luego podrás ver todas las cosas de una manera distinta. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). En las palabras de nuestro versículo, “He aquí todo te será limpio”.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día

ORACIÓN



Dios de amor y misericordia, te doy gracias por tu plan de salvación para la humanidad. Yo creo que Jesús es tu Hijo, y que murió en la cruz para pagar por mis pecados, y tú lo levantaste de los muertos y ahora está a tu diestra. Señor Jesús, yo te abro mi corazón para que tú entres en él, y mores en mí para siempre. Amén.

“Gracia y Paz”