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miércoles, 20 de marzo de 2013

BARTIMEO EL CIEGO



Marcos 10:46
“Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando”.

Quien sabe cuantos años estuvo ciego Bartimeo. Lo más probable es que haya sido así toda su vida. Durante toda su vida sin ningún contacto visual con el medio ambiente, estaba ahí sentado en el camino, mendigando. De seguro que ya había escuchado lo que Jesús había hecho por otros ciegos y cómo habían recibido la vista. De verdad, cuánto debió haber anhelado ser uno de aquellos que habían conocido a Jesús.

Marcos 10:47
“Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: !Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!”

“Jesús, ten misericordia de mí” clamaba Bartimeo. “De la abundancia del corazón habla la boca” dice la escritura (Mateo 12:34). No clamarías al Señor cuando tu corazón está cerrado a Él. La voz - su tono, sonido, contenido – refleja el corazón. Bartimeo anhelaba al Señor y Él estaba ahí. Los otros empezaron a murmurar: “¿Porque hace Bartimeo tanto ruido?” Sin embargo, el ya ni los escuchaba.

Marcos 10:48
“Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!”

Bartimeo buscaba desesperadamente al Señor. Iba a estar clamando hasta que le escuchase. Y Jesús le escuchó. El clamor de Bartimeo hizo que se detuviera. Toda una multitud le seguía, pero el clamor de este ciego mendigo era muy valioso para Él. Era como si lo hubiera buscado, así que se quedó ahí y lo llamó:

Marcos: 10:49-51
“Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista”.

El Señor atiende el clamor de aquellos que le llaman. Para Él, toda alma es muy valiosa, independientemente del color, raza o posición. No se fija en nombres ni títulos sino en los corazones de los humanos y todos, sin excepción alguna, lo necesitamos por igual. Hasta que lo conocen son ciegos, y todos los que le conocen reciben la vista.

Hechos 26:18
“para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados”.

Solo el Señor puede dar la luz de la vida. Solo el reunirse con Él puede hacer que un alma reciba su vista, y solo Su morada en el corazón del hombre puede vivificarlo y hacerlo brillar.

Marcos 10:51
“Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino”.

Bartimeo pudo haber tenido mil dudas en cuanto al llamar al Señor (“que va a decir la gente; primero debería pedirle al sacerdote que me diga lo que creen sobre ese Jesús; o algo así como: aquí estoy bien, por lo menos sobrevivo”). Sin embargo, ¿sabes cual habría sido el resultado? se hubiera quedado ciego para siempre. Jesús no va a sanar a todos los ciegos, pero sí a todos los ciegos que quieran recibir la vista y que clamen a Él. ÉL pasa junto a ti, te puedes quedar en tus pensamientos y razonamientos, puedes pensar en eso tanto como quieras y dudar si quieres. Pero ¿sabes qué? Te vas a quedar ciego para siempre. Si no clamas al Señor por tu alma – tu propia alma - nunca recibirá la vista y no solo eso sino que tampoco tendrás parte en la vida eterna. Porque, cuando el Señor estaba pasando junto a ti tú no le invitaste, no le abriste la puerta. Sino que te encerraste, tu mismo, en las cadenas de tu orgullo y egoísmo y... tu seguías pensando en eso. Entonces, avanza. ¡Rompe las cadenas! ¿De qué te aprovechan? clama como el ciego Bartimeo: Jesús hijo de Dios, ten misericordia de mí. Luego el Señor Jesucristo se detendrá para ti, si, para ti personalmente, así como se detuvo junto a Bartimeo. Se detendrá y te dará lo que tanto necesitas: La luz de la vida.

Juan 1:9-13
“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.

“Gracia y Paz”
 Verdades Bíblicas

¿ERES TÚ LUZ EN ESTE MUNDO?



Mateo 5:14-16
"Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos".

Los Estados Unidos de América ha sido por mucho tiempo uno de los países más prósperos y poderosos de la tierra, si no el más próspero y poderoso. Dios ha bendecido tanto a este pueblo a través de los años, porque fue fundado sobre principios cristianos, y desde entonces esta nación vivió a la altura de lo que dice el juramento de la bandera: “Una nación bajo Dios”. Lamentablemente ha habido muchos cambios, y este país se ha ido alejando progresivamente de los preceptos de los primeros tiempos, y poco a poco se ha ido convirtiendo en una nación predominantemente “pos cristiana”. Pero aun peor es el hecho de que en los últimos años ha habido muchas señales de que la dirección que está tomando la está llevando a convertirse en una nación “anti cristiana”. Tanto ha penetrado la teología liberal en las iglesias e instituciones educativas de la nación, que la Palabra de Dios ha sido relegada o eliminada de muchas instituciones. Basadas en la llamada “separación de iglesia y estado”, las fuerzas liberales y ateas han logrado remover de muchos edificios públicos placas y esculturas relativas a las enseñanzas cristianas, y continúan haciendo esfuerzos por eliminar también de su moneda nacional la oración “En Dios confiamos”.

A través de todo el mundo vemos tendencias similares. Nunca antes en la historia de la humanidad la iglesia de Cristo ha confrontado un desafío de esta envergadura. La Iglesia del Dios vivo debe ser el faro de esperanza para el mundo, en los tiempos tormentosos y turbulentos. La Iglesia fue instituida por Jesús para ser “la luz del mundo”, dice el pasaje de hoy. Cuando nuestros hijos y nietos son enseñados por diferentes medios acerca de una moral relativa, debemos apoyarnos en la Palabra de Dios y proclamar con autoridad y sin temor que existe una verdad absoluta.

Sin duda, muchas veces el Evangelio de Jesucristo es ofensivo a las personas que están en tinieblas. Jesús mismo dijo que él sería causa de división, aun entre los miembros de una misma familia (Lucas 12:52-53). Es natural, pues, que al reflejar la luz de Dios, aquellos que están en tinieblas serán afectados, pero esta es la única manera de traer a ellos las buenas nuevas de la salvación, pues “¿cómo invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?”, dice Romanos 10:14-15. La condición espiritual de todo el mundo pudiera mejorar de manera radical, si los líderes religiosos predicaran con denuedo la Palabra de Dios, proclamando que Jesucristo es “el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6) y el único medio que llevará al mundo incrédulo al arrepentimiento y a un avivamiento espiritual.

La Biblia dice en 2 Crónicas 7:14: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”. Todos los cristianos, los cuales formamos el pueblo de Dios, debemos humillarnos y buscar el rostro de Dios cada día y orar con fervor para que él escuche nuestro clamor y sane nuestra tierra. No des la espalda a tu responsabilidad como hijo o hija de Dios. Dobla tus rodillas y clama a Dios por este mundo que es cada vez más corrupto, y predica con denuedo y sin temor su palabra en toda oportunidad que se te presente. Si dejamos de ser negligentes y obedecemos lo que dice la palabra de Dios, él cumplirá sus promesas.

ORACIÓN:
Padre santo, despierta a tu pueblo para que juntos clamemos a ti en estos tiempos de necesidad. Te ruego me des la fuerza y el valor para hablarles a otros acerca de tu Hijo Jesucristo. Aparta de mí todo temor o timidez cuando se presente la oportunidad de reflejar tu luz a aquellos que están en tinieblas. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

EL PODER DEL TESTIMONIO PERSONAL



Juan 9:1-38
“Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo. Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba? Unos decían: El es; y otros: A él se parece. El decía: Yo soy. Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos? Respondió él y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista. Entonces le dijeron: ¿Dónde está él? El dijo: No sé. Los fariseos interrogan al ciego sanado. Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Y era día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos. Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. El les dijo: Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo. Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos. Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta. Pero los judíos no creían que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora? Sus padres respondieron y les dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego; pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo. Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él. Entonces volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es pecador. Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo. Le volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? El les respondió: Ya os lo he dicho, y no habéis querido oir; ¿por qué lo queréis oír otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos? Y le injuriaron, y dijeron: Tú eres su discípulo; pero nosotros, discípulos de Moisés somos. Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés; pero respecto a ése, no sabemos de dónde sea. Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye. Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego. Si éste no viniera de Dios, nada podría hacer. Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros? Y le expulsaron. Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró”.

¿Ha pensado usted alguna vez en el gran poder que tiene su sencillo testimonio? El evangelio de Juan nos cuenta una historia maravillosa acerca de un hombre ciego que Jesús sanó. Si la historia hubiera terminado simplemente cuando el hombre abrió los ojos y alabó a Dios, aun eso habría sido grandioso. Pero Juan sigue con el relato para decirnos lo que sucedió después.

Las autoridades judías no sabían qué pensar de esta sanación milagrosa. Tenían todos los hechos de ­un hombre que sabían que había nacido ciego; la multitud que escuchó su conversación con Jesús; y la prueba de identidad del hombre que dieron sus padres­, pero se negaron a creer lo que estaba claro para tantos; es decir, cuestionaron el testimonio del hombre.

Las autoridades religiosas expresaron su incredulidad llamando a Jesús pecador (Juan 9:24), como si la falta de fe de ellos descalificara de algún modo su milagro.

La respuesta del hombre en Juan 9:25 fue brillante por su sencillez: “Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo”. No importa qué más dijeran, el hombre sabía que los fariseos no podían refutar el hecho básico de que había sido sanado. La Biblia señala que las autoridades perdieron los estribos, porque no pudieron contradecir ese hecho.

La gente simplemente no puede ni podrá jamás contradecir la verdad de la experiencia que los creyentes hemos tenido con el Señor Jesucristo. Alégrese por el hecho de que el Señor le ha dado una poderosa arma en medio de una batalla espiritual tan terrible.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

EL DEBER DEL ATALAYA



(ezequiel 33:1-9)
“Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo: “Oh hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo y diles: Cuando yo traiga espada sobre la tierra, y el pueblo de la tierra tome a un hombre de su territorio y lo ponga como centinela, si él ve venir la espada sobre la tierra y toca la corneta para advertir al pueblo, cualquiera que oye el sonido de la corneta y no se deja advertir, y al llegar la espada se lo lleva, su sangre caerá sobre su propia cabeza. El oyó el sonido de la corneta, pero no se dejó advertir, su sangre caerá sobre él. Pero si se hubiera dejado advertir, habría librado su vida. Sin embargo, si el centinela ve venir la espada y no toca la corneta, de modo que el pueblo no es advertido, si viene la espada y se lleva a alguno de ellos, éste es llevado por causa de su pecado, pero yo demandaré su sangre de mano del centinela. A ti, oh hijo de hombre, te he puesto como centinela para la casa de Israel. Oirás, pues, la palabra de mi boca y les advertirás de mi parte. Si yo digo al impío: Impío, morirás irremisiblemente, y tú no hablas para advertir al impío de su camino, el impío morirá por su pecado; pero yo demandaré su sangre de tu mano. Pero si tú adviertes al impío de su camino para que se aparte de él, y él no se aparta de su camino, él morirá por su pecado; pero tú habrás librado tu vida”.

“Gracia y Paz”

ORACIÓN



Padre santo, despierta a tu pueblo para que juntos clamemos a ti en estos tiempos de necesidad. Te ruego me des la fuerza y el valor para hablarles a otros acerca de tu Hijo Jesucristo. Aparta de mí todo temor o timidez cuando se presente la oportunidad de reflejar tu luz a aquellos que están en tinieblas. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”