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jueves, 28 de febrero de 2013

ORACIÓN





Bendito Dios, por favor ayúdame a identificar todo aquello que no está de acuerdo con tu santa palabra, y dame las fuerzas para rechazarlo. Por Cristo Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”

¿ESTÁS DECAYENDO ESPIRITUALMENTE?



Romanos 16:17-18
“Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos”.

Uno de los cuadros que el pintor Leonardo da Vinci se tardó más en pintar fue el de la Última Cena. Una leyenda cuenta que él tenía en su mente una imagen de cada uno de los personajes, así que se dio a la tarea de encontrar modelos adecuados. Al primero que encontró fue el que representaría a Jesucristo. Era un joven de muy buena apariencia, el cual emanaba gran fuerza espiritual. Después, poco a poco fue encontrando el modelo apropiado para cada uno de los apóstoles. Pasaron varios años, y el cuadro estaba aún incompleto. Sólo le faltaba un personaje, Judas Iscariote. Leonardo pensaba que debía ser alguien que representara la más baja mezquindad, alguien que al verlo provocara una sensación de repulsión. Después de una larga búsqueda, finalmente lo encontró en una prisión. Este era un hombre despreciable, al cual habían condenado a muerte por una larga cadena de graves delitos. Era un reflejo de lo más bajo a lo que podía llegar un ser humano.

El pintor se presentó a este hombre. "¿Sabes quién soy?", le dijo.
- ¿Quién no lo sabe? Tú eres el maestro Leonardo.
- Te necesito para que seas modelo de una de mis pinturas, le propuso Da Vinci.
- ¿Y qué cuadro estás pintando?
- El de la Última Cena.
- ¿Y qué personaje seré yo?
- Serás Judas Iscariote.

Aquel hombre guardó silencio y bajó la cabeza. Y de repente empezó a llorar desconsoladamente. Lentamente levantó la mirada hacia el pintor mientras le decía con el dolor reflejado en su rostro: "¡Leonardo! ¿No me reconoces? Yo soy aquél con el que iniciaste ese cuadro… hace muchos años”. Ayer Cristo... ¡Ahora Judas! ¡Qué enorme caída en el aspecto espiritual!

Cuando el Espíritu Santo se manifestó de manera poderosa el día de Pentecostés, los apóstoles y los que junto con ellos esperaban la promesa del Señor “fueron todos llenos del Espíritu Santo”, dice Hechos 2:4. Entonces Pedro se dirigió a todos los judíos que estaban reunidos en aquel lugar, y les habló de la salvación a través de la muerte y resurrección de Jesús, y los exhortó a que se arrepintieran de sus pecados y se bautizaran. Y dice la Biblia que “los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:41-42). De esta manera comenzó la iglesia de Cristo en la tierra. Las enseñanzas de Jesús, aun frescas en las mentes de sus discípulos, se llevaban a cabo fielmente, y se transmitían a las demás iglesias que surgían en diferentes ciudades.

Lamentablemente el enemigo no tardó en atacar la naciente iglesia. Varios años más tarde, el apóstol Pablo escribió una carta a la iglesia en Roma, de la cual es parte el pasaje de hoy. Aquí les habla de un grupo de individuos que estaban causando “divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido” Han transcurrido casi dos mil años desde que se escribió esa carta, y en la actual iglesia de Cristo podemos encontrar circunstancias que nos muestran un deterioro aun mayor en la calidad espiritual de la misma. Poco a poco la iglesia ha ido siendo cada vez más tolerante ante actitudes inmorales, las cuales son condenadas por la palabra de Dios.

Sin duda hay un claro descenso espiritual en la iglesia en relación a los principios cristianos que se suponen practiquen y prediquen. ¿Hasta dónde vamos a llegar? Es difícil saberlo. Pero está muy claro el fin que espera a los que siguen esta decadencia espiritual. Jesús dice en la carta a la iglesia en Efeso: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido” (Apocalipsis 2:5). Como miembro de la iglesia de Cristo, cada creyente debe analizar su propia actitud a la luz de la Biblia y rechazar todo aquello que no esté de acuerdo a la voluntad escrita de Dios.

ORACIÓN:
Bendito Dios, por favor ayúdame a identificar todo aquello que no está de acuerdo con tu santa palabra, y dame las fuerzas para rechazarlo. Por Cristo Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla”

¿ES SUFICIENTE LA SALVACIÓN?



Romanos 14:7-12
“Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará a Dios. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí”.

Hay personas que no obstante de haber puesto su fe en Jesús como Salvador personal de sus vidas, siguen viviendo en rebeldía contra Él. ¿Por qué dicen seguir al Hijo de Dios pero se niegan a servirle?

La respuesta es que la salvación es solamente el primer paso. El destino eterno de cualquier persona que recibe a Jesucristo está sellado para siempre —irá al cielo. Pero la salvación no garantiza una vida piadosa o fructífera aquí en la Tierra.

La voluntad del Padre celestial es que vivamos bajo el señorío de su Hijo. Eso significa que debemos someternos a Jesús como el único que está a cargo de nuestra vida. Las decisiones de cada día y el liderazgo de aquellos que están bajo nuestro cuidado, están en última instancia en las manos de Dios, no de nosotros; Cristo nos da guía y dirección. Aunque algunas veces cometeremos errores, tenemos que recordar que la gracia de Dios es para personas imperfectas.

El problema es que normalmente queremos darle a Dios dominio solamente sobre ciertos aspectos de nuestra vida. Por ejemplo, muchos queremos que se aparte de nuestras finanzas, agendas y carreras. Pero, cuando nos encontramos en la cama de un hospital, ¿quiénes de nosotros le diría a Jesús que se desligara de nuestra salud? Por tanto, hazte esta pregunta: ¿Es Jesús el Señor de mi vida, o no?

La experiencia de salvación ocurre una sola vez, pero la vida cristiana continúa, porque el señorío de Jesucristo sigue. Habrá un momento cuando todo creyente deberá reconocer que el Hijo de Dios vino para más que salvarnos. Vino para ser el Dueño de nuestra vida, para nuestro bien y para su gloria.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

“LA PAZ QUE SOBREPASA TODO ENTENDIMIENTO”



Santiago 3:18
“Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen paz”.

Jesús es el Príncipe de la Paz. Nunca iba a caballo con la espada en la mano contra sus enemigos. Piénsalo. No hay ninguna religión en el mundo que diga; “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen” (Mateo 5:44).

Así como Jesús es el Príncipe de la Paz, también produce la paz en la vida de los que de verdad le siguen y obedecen su palabra. Él dice, “La paz os dejo, mi paz os doy”.

¿Has experimentado tú la paz que viene cuando Cristo entra en nuestro corazón? Él nos da “la paz que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7). Experimenta esta paz tú mismo.

“Gracia y Paz”
Un versículo de la Biblia cada Día