Efesios 6:1-3
“Hijos, obedeced en el Señor a
vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el
primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien, y seas de larga vida
sobre la tierra”.
Honrar a tu padre y a tu madre,
son las palabras respetuosas y las acciones que resultan de una actitud interna
de estima por su posición.
La palabra griega para honor,
significa venerar, apreciar, y valorar. Honor es darles respeto, no solo por
mérito sino también por rango. Por ejemplo, algunos pueden no estar de acuerdo
con las decisiones del Presidente, pero aún así ellos deben respetar su
posición como líder de su país. Similarmente, los hijos de todas las edades
deben honrar a sus padres, sin importar si sus padres “merecen” o no el honor.
Dios nos exhorta a honrar al
padre y a la madre. Él valora el honrar a los padres, lo suficiente como para
incluirlo dentro de los 10 Mandamientos (Éxodo 20:12) y nuevamente en el Nuevo
Testamento: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es
justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa,
para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra” (Efesios 6:1-3).
En los días del Antiguo
Testamento, el hablar mal de los padres de uno o rebelarse contra sus
instrucciones, resultaba en la pena capital (Éxodo 21:15-17; Mateo 15:14).
Mientras que aquellos que honraban a sus padres eran bendecidos (Jeremías
35:18-19), una característica de tanto aquellos con una “mente reprobada” como
aquellos que se caracterizan por su falta de piedad en los últimos días, es la
desobediencia a los padres. (Romanos 1:30; 2 Timoteo 3:2).
Salomón, el hombre sabio,
exhortaba a los hijos a respetar a sus padres (Proverbios 1:8; 13:1; 30:17).
Aunque en la actualidad ya no estemos directamente bajo su autoridad, no
podemos ignorar el mandamiento de Dios de honrar a nuestros padres. Aún Jesús,
el Hijo de Dios, se sometió Él mismo a Sus padres terrenales y a Su Padre
celestial (Mateo 26:39; Lucas 2:51). Siguiendo el ejemplo de Cristo, como
cristianos, debemos tratar a nuestros padres de la manera en que deberíamos
aproximarnos reverencialmente a nuestro Padre celestial (Hebreos 12:9;
Malaquías 1:6).
Obviamente, se nos ordena honrar
a nuestros padres, pero ¿cómo? Honrarlos tanto con nuestras acciones como con
nuestras actitudes (Marcos 7:6). Honrar sus deseos no expresados, como los
hablados. “El hijo sabio recibe el consejo del padre; mas el burlador no
escucha las reprensiones” (Proverbios 13:1).
En Mateo 15:3-9, Jesús les
recuerda a los fariseos el mandamiento de Dios de honrar a su padre y madre.
Ellos estaban obedeciendo la letra de la ley, pero habían añadido sus propias
tradiciones que esencialmente la anulaban. Mientras que honraban a sus padres
de palabra, sus hechos probaban el verdadero motivo de su corazón. Honrar es
más que un servicio de labios. La palabra honor en este pasaje es un verbo, y
como tal, demanda elegir una acción correcta.
El honor incluye la idea de traer
gloria a alguien. 1 Corintios 10:31 nos dice que todo lo que digamos o hagamos,
debemos hacerlo para la gloria de Dios. Debemos buscar honrar a nuestros padres
de manera similar a la que los cristianos se esfuerzan por darle gloria a Dios
–en nuestros pensamientos, palabras y acciones.
La palabra griega “hypakouo”
significa obedecer, escuchar, o prestar atención. Para un hijo menor, obedecer
a sus padres va de la mano con honrarlos. Eso incluye escucharlos, prestarles
atención, y someterse a su autoridad. Después de que los hijos maduran, la
obediencia que aprendieron cuando niños, les servirá para honrar a las
autoridades tales como el gobierno, la policía y sus jefes.
Mientras que se nos pide honrar a
los padres, eso no incluye el imitar a los impíos (Ezequiel 20:18-19). ¿Qué
pasa si tus padres te piden hacer algo malo? En ese caso, debes obedecer a Dios
antes que a los hombres (Hechos 5:29).
El mandamiento de honrar a los
padres es el único mandamiento con promesa: “para que te vaya bien, y seas de
larga vida sobre la tierra” (Efesios 6:3). El honor engendra honor. Dios no
honrará a aquellos que no obedezcan Su mandamiento de honrar a sus padres. Si
deseamos complacer a Dios y ser bendecidos, debemos honrar a nuestros padres.
Honrar no es fácil, no siempre es divertido, y ciertamente es imposible en
nuestra propia fuerza. Pero el honor es un camino seguro para nuestro propósito
en la vida: glorificar a Dios. “Hijos, obedeced a vuestros padres en todo,
porque esto agrada al Señor” (Colosenses 3:20).
“Gracia y Paz”
Vida y Familia