“Por la fe Moisés, cuando nació,
fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y
no temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó
llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el
pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por
mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque
tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la
ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible”.
Los conflictos y los sufrimientos son parte de la experiencia humana. ¿Quién no ha estado en situaciones que parecen irremediables o sin final? Incluso el Señor Jesús clamó en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46). ¿No es verdad que a veces hacemos la misma clase de preguntas: ¿Dónde estás, Señor? ¿Por qué no haces algo en mi vida?
Quiero animarle a seguir
adelante, incluso en las horas más sombrías. Cuando le quede muy poca fe y
parezca que su fortaleza y sus sueños se hayan vuelto añicos como un cristal
roto, no renuncie al Señor, porque eso solo le llevará a tener un autoestima
dañada, a perder bendiciones y a limitar severamente su utilidad para Dios.
También es negar a 1 Juan 4:4, que enseña: “Mayor es el que está en vosotros,
que el que está en el mundo”. El abandono de la ayuda divina en favor de
nuestras fuerzas humanas, es un rechazo a la verdad de que Dios siempre es
fiel.
Lo contrario de darse por vencido
no es siempre el triunfo inmediato, ya que a veces somos llamado a perseverar
hasta lograr la victoria. Es posible que el Señor quiera que nos sostengamos
bajo la aflicción y que permanezcamos firmes ante la tentación. Al igual que
Moisés, podemos ser llamados a resistir, “como viendo al Invisible” (Hebreos 11:27).
Resistir requiere tiempo y
paciencia, y por eso hay que mantenerse firme como un buen soldado hasta ganar
la batalla (2 Timoteo 2:3). Eso significa echarse al hombro, con valentía, el
peso de la aflicción o de la persecución, confiando en que el Dios que permitió
sus circunstancias le sacará adelante.
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria