Jesús nos da más de una razón
por la cual necesitamos su paz. Cristo les dijo a sus discípulos, en Juan
14:30: “Viene el príncipe de este mundo”. ¿Cuál era el contexto de esta
declaración? Él acababa de decirle a los doce: “No hablaré ya mucho con
vosotros”. Luego, explicó el por qué: “Porque viene el príncipe de este mundo”.
Jesús sabía que Satanás estaba
ocupado en aquella misma hora. El diablo ya había enlistado a Judas para que lo
traicionara. Y Cristo sabía que la jerarquía religiosa en Jerusalén estaba
siendo fortalecida por los principados del infierno. Él también era consciente
de que una multitud inspirada por el diablo vendría muy pronto para llevarlo
prisionero. Ahí es cuando Jesús les dice a los discípulos: “Satanás, el
maligno, viene. Así que ya no les seguiré hablando más.”
Jesús sabía que necesitaba
tener un tiempo con el Padre para prepararse para la dificultad que
enfrentaría. Él estaba a punto de ser puesto en manos de hombres malvados, tal
como Él mismo lo había dicho. Y sabía que Satanás estaba haciendo todo lo
posible para estremecer su paz. El diablo habría de acosarlo e intentaría
desalentarlo. Todo esto con el propósito de quebrantar la fe de Cristo en el
Padre, de hacer cualquier cosa con tal de que Él no fuera a la Cruz.
Puede ser que usted se
encuentre confundido, pensando: “Todo terminó, no lo voy a lograr”. Pero Jesús
dice: “Yo sé lo que estás pasando. Ven y bebe de mi paz”.
Ahora mismo, usted puede estar
atravesando el tiempo más difícil que haya enfrentado. Su vida puede estar en
juego y todo parece carecer de esperanza. Pareciera no haber escapatoria para
usted y cada puerta que usted abre lo llena de más tensión, confusión y cansancio.
No importa lo que usted esté
pasando. Su vida puede parecer haber sido devastada por un tornado. Usted puede
estar soportando pruebas que hacen que otros lo vean como un Job moderno. Pero
en medio de sus pruebas, cuando clame al Espíritu Santo para que lo bautice en
la paz de Cristo, Él lo hará.
La gente lo señalará y dirá:
“El mundo de aquel hombre se ha hecho pedazos, sin embargo él ha determinado
confiar en la Palabra de Dios, viva o muera. ¿Cómo puede hacerlo? ¿Cómo puede
continuar? El debiera haberse rendido hace mucho tiempo, pero no lo ha hecho. Y
a lo largo de todo, no ha cedido ninguno de sus principios. ¡Qué asombrosa paz!
Está más allá del entendimiento”.
“Gracia y Paz”